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viernes, 3 de febrero de 2012

Capitulo 14

Si hasta ese momento Stena sabía hacia donde se dirigía ahora se hallaba totalmente perdida. Desde que se encontraron con el Yonak se habían adentrado tanto en el Bosque Profundo que hasta ella dudada de que pudieran salir de allí. Todo a su alrededor era nuevo, los árboles eran distintos y no escuchaba los susurros que emitían entre ellos, el viento traía un olor extraño y miles de ojos parecían estar puestos en ellos, pequeños observadores de mirada brillante. Su instinto le decía que no debían de estar en aquel lugar, pero no sabía como salir de él. Se sentía presa de un hechizo de algún duendecillo malvado que jugaba con ellos para conducirlos hasta el corazón del bosque. El manto de musgo en el suelo había sido sustituido por un suelo reseco y carente de vida. Ni siquiera había podido ver una pequeña amanita a las que les encantaba vivir en el interior de los bosques húmedos. En cambio los troncos de los árboles se retorcían de una forma siniestra con sus ramas tocandose las unas con las otras pero sin una sola hoja. Todo parecía muerto. Sabía que no era buena señal y se preguntó si saldría de allí con vida.

  • ¿No sería mejor dar la vuelta?- dijo Breogán apoyando una mano en el tronco de un árbol. El muchacho notó como el tronco vibraba y apartó la mano asustado.- ¡El árbol se ha movido!

  • No digas tonterías Breogán, que los árboles no se mueven.- se burló Stena

  • Pero me había parecido que...- Breogán miró el tronco el árbol pero no vio nada raro en él.- bueno, de todos modos sería mejor dar la vuelta, esta zona no me gusta.

  • A mi tampoco- exclamó Eloivh mirando a su alrededor alerta.

  • Es lo que intento hacer desde hace más de media hora, pero me temo que nos hemos perdido- se sinceró Stena sabiendo que Breogán se burlaría de ella. En cambio el muchacho la miró serio y miró al nuevo acompañante interrugante.

  • ¿ Y ahora?- dijo Breogán.

  • Es mejor que sigamos caminando, no estamos seguros quietos.

  • ¿Seguros de qué?- Breogán se dio cuenta de que no conocían de nada a Eloivh. No le había preocupado mucho hasta entonces ya que estaban huyendo pero ahora que se encontraban a salvo de sus perseguidores se dio cuenta de que aquel individuo que decia pertenecer al clan de Viento, un clan del que nunca había oído hablar, estaba junto a ellos como si fueran amigos de toda la vida. Claro que a Stena tampoco la conocía pero al menos sabía que pertenecía al clan de los Kanla, que sí conocía desde siempre.- llevamos un buen rato contigo y no haces más que hablar de forma muy misteriosa. No te conocemos de nada y debemos hacerte caso.

  • Breogán, nos ha salvado la vida.

  • Lo se, y le estoy muy agradecido, de verdad, pero no sabemos nada de él y caminamos juntos. Nunca se camina al lado de una persona que no conoces de nada, por mucho que te haya salvado la vida. No puedes fiarte de nadie.

  • Muy cierto. Así que creo que os merecéis saber quien soy, pero ahora no. No es un buen lugar para detenerse. En cuanto busquemos un lugar más seguro os contaré mi vida.

  • Si no has estado antes en este bosque ¿cómo sabes que no es seguro?- quiso saber Breogán pensando que Eloivh algún secreto.

  • ¿No has visto al Yonak? Si había un Yonak seguro que pueden aparecer otras bestias igual o peor.

  • Tiene razón. Sigamos- dijo Stena comenzado a caminar de nuevo.

jueves, 26 de enero de 2012

Capítulo 13

Stena miró a Eloivh desconcertada. No acababa de entender la poderosa atracción que había ejercido el Yonak sobre ella. Los ojos del animal la habían hipnotizado de tal modo que había sido capaz de acercarse hasta el animal sin ninguna protección, pero lo más raro es que el Yonak también había sentido lo mismo. Stena vio en los ojos oscuros de la bestia un destello extraño, como una llamada y todo a su alrededor desvanecerse como un mal sueño para luego ver a Eloivh interponerse entre la mirada de la bestia y la suya. Ella habría huido espantada al igual que el Yonak pero Breogán la había agarrado por los hombros para despertarla de su ensoñación.

  • ¿estás bien?- le dijo Breogán preocupado.

  • Si, si- dijo despertando del sueño

  • ¿Qué ha pasado?- dijo Eloivh después de ver desaparecer al Yonak entre la espesura y viendo a la desconcertada muchacha.

  • Fue extraño- dijo y entonces le dio un mareo y tuvo que agarrarse a Breogán para no caer al suelo.

  • ¿ te encuentras mal?- exclamó Eloivh tocando a la muchacha por el brazo para sujetarla también. Fue entonces cuando Eloivh lo notó. Hasta entonces no la había tocado pero sintió una extraña fuerza emerger desde el interior de la joven e intentar salir fuera, pero una barrera se interponía en su camino.

  • ¿Tus padres son humanos?- dijo de pronto Eloivh como si comenzara a entender el extraño comportamiento del Yonak.

  • ¡ Qué pregunta más tonta! ¿Qué van a ser sino?- dijo Breogán mirando al muchacho.

    Stena no contestó sino que se quedó mirando a Eloivh sorprendida pero entendiendo algunas de las dudas que la habían atenazado durante los últimos meses. No era la primera vez que le pasaban cosas extrañas, como la vez que, meses atrás, estaba sola en el bosque y escuchó una voces que parecían provenir de los árboles, como si éstos cantaran. Se lo contó a su madre y ésta no la tachó de loca sino que la miró con pena desviando la mirada para luego cambiar de tema. Y luego la noche en la que vio unas extrañas luces cerca del poblado y fue a investigar. Cuando se acercó hasta donde estaban asombrada observó a varias hadas que revoloteaban riendo entre los árboles. En aquella ocasión no le dijo nada a nadie porque pensó que se burlarían de ella. Los seres feéricos no existían mas que en los cuentos para niños y ella era una guerrera del clan Kanla.

  • ¿Porqué tu pueblo se llama el clan Kanla? ¿No se llama así el clan de lobos que hay por estos territorios?- quiso saber Eloivh
  • Cuentan nuestros ancianos que nuestro clan antes se llamaba el clan de la Roca pero uno de nuestros antepasados, un anterior jefe del clan se enamoró de una desconocida que apareció de pronto en el bosque, se llamaba Kanla. Estaba desamparada y el clan la acogió como a uno más de ellos. Trokan, el jefe del clan la hizo su esposa y le dio un niño, pero la noche en la que dio a luz al bebé la muchacha desapareció dejando solamente un mechón rubio de su melena. Unos días más tarde Trokan que iba paseando por el bosque se topó con una loba blanca y cual fue su sorpresa que no intentó matarle sino que lo observó de lejos con la mirada triste. Trokan viendo los ojos verdes del lobo se dio cuenta de que eran los mismos que los de su mujer y la llamó para pedirle que volviera, pero ésta dio media vuelta y despareció. Nunca más volvió a verla pero alguno de los cazadores del clan aseguraban haber visto a una loba blanca encabezar el clan de los lobos del Bosque Profundo. Por eso nuestro clan se llama,desde ese momento, Kanla. Yo soy descendiente del hijo de la loba Kanla.
  • Interesante- dijo Eloivh pensativo.

domingo, 8 de enero de 2012

Capitulo 12

Los tres muchachos con las espadas en mano miraron asustados al feroz animal que tenían en frente. Stena no acababa de creerse que ese animal existiera de verdad y hubiera preferido que se quedara en los cuentos que su padre le contaba desde bien pequeña, pero allí estaba la bestia, con las fauces abiertas mientras le chorreaba la baba. Dicha baba con el contacto con la hierba del bosque producía un efecto tan caliente que el verdor desaparecía y se quemaba produciendo humo y un olor nauseabundo. Era el aliento de la muerte que tanto asustaba a su hermana Naria y que provocaba que siempre se escondiera debajo de las mantas cuando su padre abría la boca y echaba el aliento en un intento de imitar al Yonak Nur.

De pronto el animal escupió hacia ellos en un intento de herirlos con su saliva pero los tres dieron unos pasos hacia atrás y las babas sólo cayeron frente a sus pies quemando el musgo.

  • Cuidado- exclamó Eloivh- su saliva quema.

  • Ya nos hemos dado cuenta- dijo con ironía Breogán porque dicha observación de Elovih debería de haberla echo unos segundos antes de que se echara hacia atrás por mero instinto, y no porque supiera lo de la saliva.

  • Buenos reflejos- dijo Eloivh sin apartar la vista al Yonak e ignorando el tono de voz de Breogán.- ahora intentará saltar sobre nosotros así que preparados.

    Y las palabras de Eloivh se hicieron realidad porque segundos más tarde el animal se abalanzo sobre ellos dando un gran salto, pero en vez de aterrizar justo en medio de ellos lo que hizo fue saltar más largo hasta llegar al otro extremo del claro, justo detrás de sus espaldas. El cambio de estrategia de un Yonak dejó a Eloivh sin habla. Era ya la cuarta vez que se enfrentaba a uno de estos grandes seres y siempre seguían las mismas pautas de ataque, pero también era cierto que sólo eran tres y Eloivh nunca se había enfrentado a uno de ellos con tan pocas personas como respaldo. Ni siquiera sabia si aquellos muchachos serían capaces de luchar bien.

    Los tres se giraron y volvieron a tener al animal de frente y entonces en Yonak dio unos hacia delante y miró a Stena a los ojos. Ésta vio en los ojos negros y pequeños del Yonak un brillo extraño que le llamó la atención y dio varios pasos para acercarse más y bajó la espada sin darse cuenta.Si el Yonak daba un zarpazo hacia ella la mataría pero aún así se sintió hipnotizada por aquellos ojos.

  • ¿Estás loca?- gritó Breogán agarrándola por el brazo- te matará.

    Stena no le escuchaba, parecía estar en otro mundo. Acabó por dejar caer la espalda al suelo y entonces Eloivh se interpuso entre ella y el animal alzando la espada y poniendo su punta en el hocico del Yonak. El animal que hasta ese momento había dejado de abrir la boca al notar el contacto frío del metal se despertó del ensueño y tras un gruñido que resonó hasta lo más profundo del bosque les diola espalda desapareció entre la espesura del bosque.

  • ¿Pero que....?- dijo Eloivh sin acabar de creerse lo que acababa de pasar.- ¿Stena?

    Stena que también había salido de una especie de trance miró a Eloivh desconcertada.

  • ¿Qué ha pasado?- dijo extrañada.

  • Eso mismo te pregunto yo a ti.

  • No estoy segura.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Capitulo 11

El ruido en aquella zona del bosque era diferente. Los pájaros no piaban, no se escuchaban pisadas de tejones, conejos u otros roedores. El único sonido que les llegaba era el ulular del viento, un viento que olía a humedad y que llevaba frío con él y que se colaba en los huesos si estabas demasiado tiempo sentado o sin moverte. El suelo estaba cubierto por una gruesa capa de musgo y crecían un sinfín de setas sobre él y sujetas en los troncos de los árboles. Algunas de ellas las reconoció Stena, como la amanita y la russula.

  • No me gusta- dijo Eloivh mirando a su alrededor..- es mejor que nos movamos de aquí.

  • Estoy de acuerdo- Stena se dio cuenta de que Eloivh parecía percibir más cosas de las que notaban ellos porque había estado observando la zona con mucha atención paseando de un lado a otro y poniendo mala cara. Ella ni siquiera se había adentrado tanto en el Bosque Profundo pues estaba prohibido por su clan hacerlo. Para Stena una prohibición significaba algo atrayente que debía de ser investigadopero tampoco era tonta y ser cauta por aquellos lares era lo mejor. Hacía un año había intentado penetrar en el bosque más de lo que su padre le aconsejó y tras ver unas grande huellas de un animal desconocido y que parecía ser bastante grande la habían disuadido de continuar con su incursión. Y fueron esas huellas las que vio Stena en ese preciso momento y las que le hicieron detener espantada.

  • Mirad estas huellas- dijo a los demás- ¿las conocéis?

    Ambos muchachos se acercaron hasta donde estaba ella y miraron en el suelo interrogantes. Breogán parecía igual de perdido que ella pero Eloivh se agachó y tocó las huellas para ver su profundidad. Se levantó y dio varios pasos hacia atrás asustado, sacó su espada y miró a todos lados.

  • Es un Yonak Nur

  • ¿Un Yonak Nur? Eso no es posible, son animales que sólo existen en los cuentos. Nuestros padres nos los cuentan para que nos portemos bien.

    Si no obedeces la leyes del clan

    Si no haces caso a tus padres

    un Yonak Nur se te llevará por la noche mientras duermes

    Ay del pobre niño que desobedezca

    las garras del Yonak le alcanzarán

    Nadie podrá ayudarte entonces,

    pues la piel del Yonak es tan dura

    que ningún arma es capaz de traspasarla

    y por mucho que grites y llores

    el Yonak te arrastrará hacia el interior del Bosque Profundo

    y allí te comerá


  • ¿Eso le cantáis a vuestros niños? Es muy cruel.- exclamó sin acabar de creer las barbaridades que le cantaban a los niños pequeños para asustarlos.
  • Lo se, y siempre he tenido pesadillas y por ese motivo si algún día tengo niños nunca pienso contarles algo tan horrible.

  • Me alegro. Pero lo que has cantando es en parte cierto porque los Yonak son criaturas muy peligrosas que habitan lugares sombríos de los Bosques más viejos, y lo que más les gusta en la carne tierna de las crías de los animales que por mala suerte se cruzan en su camino.

    Stena y Breogán que también habían sacado sus armas al ver a su salvador hacer lo mismo lo pudieron más que sentir temor por las palabras dichas. De pronto un ruido frente a ellos los hizo quedarse paralizados de terror. Los matorrales se habían comenzado a mover de una forma violenta y ante ellos apareció una bestia de dos metros de alto, en forma de lobo pero con una cola mucho más larga y todo el cuerpo lleno de escamas. Tenía una cresta en forma de picos afiladas que comenzaban en su cabeza y que pasaban por todo el lomo hasta el final de su cola. En un principio parecío igual de sorprendido que ellos pero entonces abrió su boca y Stena vio alarmada que tenía unos dientes afilados y los colmillos que sobresalían de su boca hacía abajo.

  • Lo que temía- exclamó Eloivh- os presento a un Yonak Nur.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Capítulo 10

Stena se hizo paso entre la maleza que se iba tornando cada vez más difícil de traspasar a medida que se internaban en el Bosque Profundo. La seguían de cerca Breogán y el chico desconocido sin decir nada. De cerca se escuchaban las pisadas atenuadas por las hojas en el suelo del bosque de sus perseguidores que no se rendían. Stena había supuesto que una vez comenzaran a adentrarse entre la hojarasca de árboles antiguos los Marlon no los perseguirían, pero estaba equivocada. Aquellos Marlon eran persistentes y tendrían que adentrase aún más en el bosque, pese a las advertencias que había escuchando de su padre. Ni siquiera el clan de lobos se atrevía a penetrar por la zona de los seres feéricos.
-¿Estás segura?- le dijo Breogán una vez que se dio cuenta de la dirección que estaba tomando Stena.
-No hay otra forma de deshacernos de ellos
-¿Y si vamos a mi clan?
-A ti te protegerán, pero ¿y a mi? Quizás es mejor que vayas tú hacia tu clan y así al dividirnos los Marlon también tendrán que hacerlo.
-Ni lo pienses. No voy a dejarte sola. Le prometía Tardin que cuidaría de ti.- lo dijo con tal ímpetu que Stena se quedó callada y sin saber que replicar.
-Gracias- le dijo al desconocido que estaba junto a ellos.
-No hay de qué.
-¿Pero qué hacías allí?
-No es momento de explicaciones- dijo mientras apartaba una rama baja con su mano derecha.
-¿Y cómo te llamas?
-Eloivh, del clan del Viento.
-¿El clan del Viento? No había oído hablar nunca de ellos. ¿están muy lejos de aquí?
-Bastante.
-Más aprisa- los interrumpió Breogán notando el ruido de sus perseguidores más cerca.
Siguieron avanzando hasta llegar a un arroyuelo y decidieron seguir su corriente arriba para no arriesgarse a perderse. Tomaron como referencia una gran roca que estaba junto al agua y siguieron el curso opuesto del agua.
Cuando llevaban un buen rato caminando junto al agua Eloivh se paró en seco.
-¡Alto!- gritó a los demás. Stena y Breogán se pararon en seco y miraron a Eloivh- creo que ya no nos siguen.
Stena se sentó en el suelo aliviada notando como el ruido roto de las hojas secas cedía bajo su trasero.
-¿Estás bien?- exclamó preocupado Breogán acercándose a ella.
-¿Sois pareja?- preguntó Eloivh.
Stena y Breogan se miraron a los ojos y se sonrojaron.
-¿Pareja?- la voz de Breogán fue un tanto exagerada y comenzó a reírse.- no podemos ser pareja, somos de clanes diferentes. Además yo soy el hijo del jefe del clan de los Balan y no me rebajaría a tener como pareja a una Kanla.
Stena se levantó enfadada y le dio una bofetada a Breogán tan fuerte que el ruido que provocó rebotó en los troncos de los árboles colindantes.
-¿Porqué me pegas?- dijo Breogán tocándose la mejilla dolorida. Si su padre tenía razón cuando decía que debía de andar con cuidado con las mujeres.
-¿Rebajarte por escoger a una Kanla? Si no sabes nada de nosotros,como puedes decir semejante tontería.
Eloivh vio la escena divertido y se sentó sobre una roca lisa para contemplar a ambos jóvenes discutiendo y sintió cierta añoranza.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Capítulo 8



Stena miró a Breogán forcejear con Tarak que lo seguía manteniendo sujeto con ambos brazos a la espalda como si se tratara de un cachorrillo travieso. Volvió a dudar de si dejarlo allí a merced de aquellos hombres mientras ella intentaba escapar corriendo. Sólo lo conocía desde hacía unos días y formaba parte de otro clan pero por otro lado estaba el echo de que la había salvado de los lobos. Breogán se encargó de ella y la llevó a su clan poniendo en peligro su estatus en el mismo y escondiéndola en la cabaña de Tardin. Stena sabía que no era una mala persona pero dudaba de que ella hubiera echo lo mismo por él si fuera ella la que se lo encontrara herido en el bosque.

Los músculos de Stena se relajaron y dejó caer su espada en el suelo produciendo un sordo golpe contra la tierra reseca.

  • Así que te rindes- exclamó Unik extrañado. Era la primera vez que se encontraba con un guerrero del clan Kanla y no luchaba, por muy pocas posibilidades que tuviera de ganar. Eran gente orgullosa y no permitían ninguna flaqueza ante el enemigo. Pero allí estaba la muchacha y se había rendido. Debía de estar muy unida a aquel muchacho así que se le ocurrió una cosa.

  • Déjanos marchar, no somos ninguna amenaza para vosotros- dijo Stena en un intento por cambiar la situación.

  • Creo que me vas a ser de utilidad, de todos modos. Quiero que me digas hacia donde se ha dirigido tu pueblo.

  • ¿Para qué quieres saberlo?- sabía que era una pregunta estúpida pero de todos modos le daba tiempo a pensar en alguna salida para escapar.

  • Tu asqueroso pueblo a terminado con la vida de siete de los mios y quiero que paguen por ello. Si me lo dices os dejaré libres y si no pues....os mataré- Unik se acercó hasta Stena y le puso la punta de su espada en su cuello. La muchacha notó la punta afilada sobre su cuello y un leve dolor en su piel. Un hilillo de sangre resvaló por su cuello hasta mojar su camisa.- ¡Tarak!

Stena intentó mirar hacia atrás pero el filo de la espalda en su cuello no le dejó moverse apenas. El miedo de hacer un movimiento y que le cortaran el cuello era demasiado poderoso como para aplacar su curiosidad. Pero enseguida vio como Tarak acercaba a Breogán a la vista de ella y lo amenazaba también con una espalda en el cuello.

  • Estas loco si piensas que te voy a decir donde está mi pueblo para que los acabes de matar. ¿Tan tonta me crees?
  • ¿Sinceramente? Si.- Tarak sabía que los jóvenes se volvían in tanto irracionales cuando se trataba del amor.
  • Pues ya nos puedes matar, bárbaro- esta última palabra la dijo con desprecio y escupió a los pies de Tarak en señal de desprecio.
  • Si eso es lo que quieres...-la espada de Tarak comenzó a moverse de nuevo y a apretar aún más en cuello de la joven pero entonces el bárbaro notó algo en su espalda que lo dejó parado.
  • ¡Que nadie se mueva!- exclamó una voz a espaldas de Tarak. El bárbaro notó sorprendido entonces el filo de un arma en su espalda e intentó darse la vuelta- dejadles libres.

  • ¡Pero que demonios...!- Tarak miró a sus compañeros pero estos se habían quedado igual de sorprendidos que él y miraban al desconocido sin acabar de creerse lo que estaba pasando.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Capítulo 7

Breogán y Stena sacaron también sus espadas y, cogiéndolas con ambas manos, apuntaron con ellas al desconocido. La suerte estaba de parte de los jóvenes porque tenían ventaja numérica. Breogán no sabía si Stena sabía manejar muy bien su arma pero estaba seguro de que él sólo se habría bastando para vencer al hombre.

  • Dos pajarillos del clan Kanla que se han escapado.- dijo sonriendo el hombre.- tendríais que haber huido con los demás ¿qué hacéis aquí?

    Ninguno de los dos contestó a la pregunta y se quedaron expectantes. Stena notó entonces un odio que fue creciendo en su interior. Frente a ella tenía a uno de los responsables de la matanza de su clan y además estaba solo y sin refuerzos. Era una suerte para ella porque tenía la ocasión de acabar con él. Además, era muy probable que también fuera el asesino de su madre, por el colgante que llevaba en su cuello. Un grito salió de la garganta de Stena y se abalanzó contra el hombre. El desconocido sacó su espalda justo a tiempo de aguantar la embestida de la joven. Ambas espadas resonaron en la explanada produciendo un eco que rebotó en los árboles más cercanos. A Stena le llegó el aliento del hombre y asqueada se apartó de él dando varios pasos hacia atrás para coger una distancia prudencial entre ambas armas.

  • ¡Así que tenemos una muchacha guerrera!- sonrió el hombre.- primero las presentaciones. Yo me llamo Yaak, hermano de Unik que es el jefe del clan de los Marlon. Tu debes de ser una Kanla, hija de algún guerrero del clan de los lobos. Pero no entiendo porqué no te has ido con el resto de tu pueblo.

    Stena no contestó y se quedó mirando a Yaak con odio y dispuesta a dar otra embestida, pero un ruido detrás del hombre la detuvo y miró, asombrada que Yaak no estaba solo. Otros dos hombres habían salido de la espesura y se acercaron hasta él sin prisas y con sendas sonrisas.

  • ¿Y estos?-dijo uno de ellos mirando a Yaak.

  • Estos, mi querido hermano, deben de pertenecer al clan Kanla pero son algo tímidos. He echo las presentaciones pero ellos no quieren contestarme.

    Unik era igual de grande que Yaak y vestía con ropas parecidas a él solo que éste tenía el pelo rubio, todo lo contrario a su hermano. Su acompañante era una mujer, de pelos largos y negros. Tenía el rostro alargado y unos grandes labios que sonrieron al verla. Ella vestía también con pantalones y su hombros estaban cubiertos por pieles de color rojizo.

- Estos son Unik, Annara y el que tu amigo tiene a su espalda es Tarak.- Stena se dio la vuelta justo en el momento en el que agarraban a Breogán por la espalda y le quitaba la espada de las manos.- y ya estamos todos.

- Yo soy del clan Kanla- dijo al fin Stena- y reclamo una lucha justa para vengar a mi familia.

Todos comenzaron a reírse menos Unik que la miraba serio.

- ¿Y tu amigo? No nos lo has presentado- dijo Unik mirando al muchacho.

- Soy del clan Balan

- ¿Los Kanla y los Balan juntos? No es posible.- dijo Unik extrañado.- los Kanla no tienen aliados en ninguno de los territorios conocidos. Son un pueblo orgulloso y no quieren ayuda de nadie. No me creo que ambos clanes se hayan unido.

Nadie habló. Unik parecía pensativo y miró a ambos muchachos.

- Una pareja de enamorados- dijo al fin- como en la historia de Yanan y Kanan. Dos amores separados por sus pueblos y dos amores que luchan para volver a unirse al fin.

Stena se sonrojó un poco pero no dijo nada. No deseaba mas que luchar contra los Marlon, pero sabía que ahora llevaba todas las de perder. No podía vencer a todos a la vez. Ella sabía luchar muy bien pero la desventaja era obvia y no estaba loca como para enfrentarse a todos juntos ella sola. Sabía que la venganza podía esperar, pero ahora lo importante era huir de allí antes de que la atraparan. Pero estaba Breogán y no podía dejarlo solo a merced de aquellos bárbaros. No era justo y ella no era de las que huían dejando atrás a los que la habían ayudado. Miró a los ojos a Breogán y éste le hizo una señal para que corriera fuera de allí, pero sus piernas no le respondieron. ¿Qué debía de hacer?

jueves, 10 de noviembre de 2011

Capitulo 6

No fue al día siguiente sino dos días después, cuando Stena pudo caminar con normalidad y sin notar flaqueza en sus piernas, cuando pudo ir acompañada por Breogán para ver el campamento de su clan.

Fue ahí donde su madre le dio a luz y donde creció feliz hasta cumplir los siete años, porque esa fue la primera vez que la tribu de los Marlon los atacaron. Salieron vencedores pero a costa de la abuela de Stena y de dos miembros jóvenes del clan. Desde entonces se decidió tener un emplazamiento alejado de aquella zona por si las cosas no salían bien y la tribu se dividió en varias aldeas: la principal y en la que Stena había nacido y otra más allá de las Montañas Blancas. Era un secreto el segundo emplazamiento y por eso Breogán no sabía hacia donde se habían dirigido los Kanla una vez los atacaron los Marlon.

Los Marlon eran saqueadores. Se aprovechaban de la flaqueza de una tribu, en un momento dado, y los atacaban para llevarse comida y todo lo que podían pillar. Aquella noche, aprovechando que los Kanla buscaban a Stena atacaron el poblado y arrasaron cuanto pudieron. Ese era uno de los motivos por los cuales Stena se sentía tan mal. Había sido culpa suya el que sus padre movilizaran a toda la tribu para buscarla, y todo por una estúpida rencilla con su primo. El jabalí hembra la había pillado desprevenida mientras bebía en un arroyo. El animal que también se había acercado con sus crías al agua y la había visto como un peligro. La atacó mientras ella se encontraba sumida en sus pensamientos. Su padre se hubiera avergonzado de ella por estar, otra vez, en las nubes. Uno no podía despistarse en el Bosque Profundo y mucho menos agacharse a beber agua sin agudizar sus otros sentidos. Pero estaba tan enfadada con Targum que mientras buscaba una forma de vengarse, en su mente, no se dio cuenta de la presencia del animal salvaje y no pudo esquivarlo a tiempo. Fue embestida cayendo al suelo asustada. Unos aullidos de lobo la habían salvado de seguir siendo arroyada por el jabalí, pero para verse en otro peligro mayor. Herida y con el clan de los lobos detrás de ella. La diosa Andrastra no debía de estar de su parte aquella tarde y deseaba un sacrifico humano para sus hijos: los lobos del Bosque Profundo. Corrió todo lo que pudo pero sabía que era inútil en su estado. La herida le sangraba mucho y los lobos no pararían hasta encontrarla. Corrió sin rumbo y adentrándose más en el bosque y cuando fue rodeada por Kanla y los suyos algo los asustó y se marcharon. Ella cayó al suelo medio desmayada y fue entonces cuando la encontró Breogán.

Ahora estaba caminando junto al muchacho para llegar hasta su hogar arrasado por los Marlon. Tuvo que pararse varias veces antes durante el trayecto. Ambos caminaron silenciosos y en espera de que la loba Kanla los pudiera localizar, pero ella ya no sangraba y dudaba de que pudieran dar con ellos a plena luz del día. Sus horas de caza eran nocturnas, y durante el día se refugiaban en las Cuevas Perdidas, en lo alto de las Colinas de Rashi, así que no estaban en peligro. Al menos por el momento.

Cuando llegaron Stena se quedó sin aliento. Todas las cabañas estaban quemadas. No había quedado ninguna en pie. La muchacha se paseó entre los escombros hasta llegar a la cabaña de su familia, cayó de rodillas al suelo y puso las manos en la tierra. No lloró pero sí se le hizo un nudo en el estómago y a punto estuvo de vomitar, pero la presencia de Breogán evitó que lo hiciera. Se levantó abatida y se acercó hasta las tumbras que habían echo un poco alejadas de las cabañas. Eran diez. Stena se agachó sobre la primera y excavó un poco en el centro de la misma para descubrir un pañuelo de color rojo: pertenecía a la anciana Tanara. Sostuvo la prenda unos segundos contra su pecho murmurando una serie de plegarias y luego la volvió a dejar en su sitio. Así fue repitiendo el proceso con todas las demás tumbas. Cuando hubo terminado se levantó con las manos llenas de tierra y miró al cielo. Unas lágrimas brotaron de sus ojos y cayeron por sus mejillas. Breogán no dijo nada y la miró el silencio sin acercase a ella.

- Tanara, Kalara, Tomar, Elandin, Yonan, Naneo, Bolanika, Entarka, Ena y …. Annaka que vuestras almas descansen en paz- Stena miró la última tumba y volvió a arrodillarse junto a ella. - lo siento madre.

Un ruido a sus espaldas hizo que ambos muchachos se dieran la vuelta sorprendidos. Un desconocido salió de la espesura del bosque y los miró incrédulo. Mediría casi dos metros, rostro alargado y una espesa barba negra al igual que el cabello que le llegaba hasta los hombros, todo enmarañado. Vestía calzas negras y una camisola de color blanco y llevaba sobre sus hombros pieles de conejo grises . Varios amuletos colgaban de su cuello. Stena reconoció uno de los colgantes y lo miró horrorizado. Aquella piedra negra de forma redondeada y con una muesca en uno de los costados había pertenecido a su madre. Ese hombre era un Marlon. No había visto nunca a ninguno de ellos pero lo supo con certeza.

- Breogán, es un...- le dijo alerta Stena mientras se levantaba.

- Un Marlon, si- dijo el hombre sacando su espalda del cincho que le colgaba de la cintura.- ¿y quienes sois vosotros?

jueves, 3 de noviembre de 2011

Capítulo 5

Llevar encerrada varios días en aquella cabaña y sin poder moverse de la cama la reconcomía por dentro, pero lo peor de todo no era el echo de encontrarse inmóvil en un lugar extraño, sino que no sabía qué había sido de sus padres y su hermana Naria. Los imaginaba, uno tras otro, tirados inertes en el suelo rodeados de los bárbaros Marlon incendiando todas sus cabañas. Y una y otra vez no hacía más que repetirse que no podía darse por vencida, la esperanza era lo único que no podía perder. En cuanto tuviera fuerzas saldría de la cabaña de Tardin e iría a su campamento para ver las tumbas de los fallecidos. Cada familiar enterraba en la primera capa de tierra de la sepultura un objeto personal del que estaba enterrado allí y ella sabría si pertenecía a su familia o no.

Un olor a estofado comenzó a inundar toda la cabaña. Aquella misma mañana a Tardin le habían pagado sus pociones con un trozo bien grande de ciervo y había mirado a Stena radiante mientras lo introducía en la olla junto con las verduras troceadas. La muchacha había empezado a tomarle cariño al anciano que intentaba ser lo más amable con ella y la ayudaba en todo lo posible. Otra persona habría visto en Stena un fastidio por ocupar su catre y por comer su comida, pero allí estaba Tardin, la mar de contento y dispuesto a compartir todas sus posesiones con ella. Ahora el anciano había tenido que dormir en un pequeño catre improvisado en el otro rincón de la cabaña, con un montón de paja que le había traído Breogán y que Tardin había rociado con una pócima especial para matar a todos los piojos que pudieran haber dentro. Colocando un par de mantas encima y otra para taparse al anciano no le había importado tumbarse allí. Stena le había dicho que ella podía dormir muy bien en ese segundo camastro, pero Tardin se había negado en redondo, a los invitados nunca se les hacía dormir en el suelo. No quiso ni discutir el tema más de lo necesario y cuando Stena lo insinuaba él simplemente canturreaba una melodía mientras toqueteaba sus botellitas de cristal llenas de extrañas pócimas de mil colores.

Breogán aparecía por allí todas las mañanas y las tardes con la excusa a sus padres de ayudar al anciano porque había sufrido un dolor terrible piernas y no podía apenas moverse. Era una buena excusa que lo eximía de sus otras obligaciones, pero eso no podría durar mucho más y si no se dedicaba a la caza comenzarían a sospechar que algo no andaba bien. Stena no le gustaba cuando el muchacho rondaba por allí, la ponía nerviosa e intentaba siempre hacerse la dormida o leer alguno de los cuatro libros del anciano que guardaba con tanto amor. A veces le echaba un ojo y encontraba con que Breogán estaba observando siempre. Eso le daba mucha rabia y giraba la cabeza molesta y a la vez avergonzada por dejarse llevar por su curiosidad.

La carne del estofado se le derritió a Stena en la boca, estaba delicioso junto con las patatas, un trozo de pan blanco y un buen trago de vino rebajado. Hacía muchos día que no comía algo tan delicioso y dio las gracias a Tardin. Le preguntó qué especias le había echado pero el anciano negó con la cabeza y dijo que era una receta secreta que sólo el conocía.

Después de despertar de una larga siesta y notando que su cuerpo se encontraba bastante descansado se incorporó de la cama y tocó con los pies el suelo. Tardin la observó sin decir nada y ella se levantó ayudada por él. A Stena le gustó sentir el frío suelo de nuevo pero las piernas le temblaban un poco. La herida del hombro estaba cicatrizando y aún así aún se notaba débil. Qué pensaría su primo Targum si la viera así. Lo más probable era que se burlara de ella,como hacía siempre.

  • Yo puedo sola- le dijo a Tardin envalentonada mientras tenía la cara de su primo en la cabeza riéndose.

  • ¿Seguro?- Tardin no parecía estar de todo convencido de soltarla, pero lo hizo. Stena se tambaleó varias veces antes de llegar a la mesa del centro de la cabaña y cuando sus manos tocaron una de la sillas sonrió satisfecha.

  • ¡Genial!- Stena escuchó la voz de Breogán que acababa de entrar en la cabaña y sorprendida por aquella intromisión cayó al suelo desconcertada. Miró hacia atrás a tiempo para ver como ambos corrían a socorrerla pero la mirada que les echó hizo que se pararan en seco. Ella se levantó de nuevo y se sentó en la silla.

  • Mañana iré a ver las tumbas de mi pueblo- dijo decidida.

  • Aún no puedes salir- le dijo con amabilidad el anciano- tus fuerzas no están aún recuperadas.

  • No importa. Tengo que ir a verlo con mis propios ojos.

  • Yo te llevaré hasta allí- dijo serio Breogán.

  • Gracias.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Capítulo 3 y 4(nuevo)

CAPITULO 3

Stena despertó, pero en vez de abrir los ojos lo primero que hizo fue escuchar el ruido que había a su alrededor. No estaba en el bosque, eso era seguro,porque escuchaba el crepitar del fuego y un reconfortante calor por todo su cuerpo. Debía de haberla rescatado su clan pero entonces algo le llamó a atención y fue un fuerte olor desconocido para ella. Abrió los ojos sobresaltada y se incorporó asustada sobre la cama. Estaba en una cabaña extraña. Pequeñas bolsas de cuero colgaban por todo el techo y también plantas resecas puestas boca abajo. Stena le recordó a la cabaña de Torgum, el curandero de su clan pero de algún modo era distinta, y debía de ser por el olor. Un hombre mayor y un joven estaban estados en una mesa comiendo. Stena intentó no hace ruido y volvió a tumbarse para analizar la situación. Cerró los ojos lo suficiente para pensar que dormía pero bastante para analizar a ambos individuos. El hombre mayor vestía con una gran túnica larga con capa desgastada de color gris oscuro, con un cinturón negro, no podía verle el rostro porque estaba de espaldas. El otro desconocido debía de ser su hijo porque era muy joven, de una edad parecida a la suya. Llevaba una túnica corta hasta las rodillas de color verde con un cinturón con un broche, unos calzones negros que llegaban hasta unas botas altas hasta las pantorrillas de piel de conejo. Era moreno de cabellos ondulados que le llegaban hasta el cuello y podía verle el rostro porque estaba de lado charlando amistosamente con el otro hombre. Tenía una nariz pequeña, llena de pecas y rostro cuadrado. Algo llamó la atención de Stena y desvió la vista para fijarse en un tapiz que decoraba la parte de arriba de la chimenea y llevaba cosido el escudo del clan de los Balan: una gran liebre corriendo de color negro en un fondo amarillo. El corazón de Stena comenzó a palpitar con fuerza y echó mano a su cincho para buscar su cuchillo, pero por mucho que palpó no lo encontró. Claro, no la iban a dejar armada, eso era normal.

Se incorporó sin hacer ruido de la cama y dio varios pasos para dirigirse a la puerta que la había localizado a pocos pasos de ella.

  • Buenas noches- exclamó una voz tras de ella. Stena se paró en seco asustada y se dio la vuelta. Ambos desconocidos la miraban sonriendo. Ella abrió las piernas y alzó sus brazos preparada para luchar.

  • Alto, alto, muchacha- dijo el hombre mayor que ahora sí que podía verle la cara Stena y que le pareció de lo más agradable.- no vamos a hacerte daño.

  • Sois del clan Balan.- dijo dando varios pasos hacia atrás.

  • Si, pero no estás prisionera.

  • ¿Entonces porque estoy aquí?- Stena no creía ni una sola palabra de las que le estaban contando.

  • Te encontré desmayada en el Bosque Profundo y te traje aquí.- el joven se levantó e intentó acercarse a ella pero el anciano le detuvo cogiéndole la muñeca.

  • Deberías de haberme dejado tranquila, mi clan estaba buscándome.

  • Tu clan ya se había marchado de zona.

  • Pues haberme llevado hasta mi clan si no ibas a tenerme prisionera.- Stena ya tocaba el pomo de la puerta y comenzó a empujarla cuando la cabeza volvió a darle vueltas y se agarró a la puerta con ambas manos para no caer al suelo.

  • Claro, y exponerme a que me apresaran ellos ¿no?

  • Déjala tranquila- exclamó el hombre mayor- aún está débil. Ha perdido mucha sangre.

  • Pues que vuelva a la cama y que nos deje ayudarla.

  • Ponte en su situación. - dijo el hombre mientras se acercaba hasta ella para ayudarla a llegar hasta la cama de nuevo. Stena protestó ante la ayuda pero estaba demasiado débil apartarse de él y se dejó llevar hasta la cama, donde se sentó para volver a tumbarse.

    En ese momento alguien toco a la puerta y Breogán se asustó. Debía de ser alguien del clan buscando alguna poción. Tardin le tocó el hombro para calmarlo y se acercó hasta la puerta que entreabrió.


CAPITULO 4

Después de hablar un rato Tardin volvió a cerrar la puerta y miró a Stena con cara de preocupación.

  • Acabo de hablar con Cinaro y me ha dicho que el clan de los Kanla ha sido atacado por los Marlon esta misma noche. Han aprovechado que muchos habían ido a buscarte al bosque y han atacado vuestro poblado.

  • Eso es imposible- exclamó Stena incorporándose de la cama, de nuevo.

  • Cinaro estaba cazando esta mañana antes de que saliera el sol y un fuego le llamó la atención, así que fue a ver de qué se trataba y se encontró con varios Kanla recogiendo los cadáveres de los asesinados.

    Stena se calzó lo más aprisa que pudo y se levantó pero nada más pisar el suelo un dolor intenso se apoderó de ella y no le quedó más remedio que volver a tumbarse.

  • Mierda- exclamó impotente.

  • No te apures. Yo iré hasta tu clan para avisarles, o al menos les dejaré una señal para que sepan que estás viva.- dijo Breogán viendo la rabia asomar por la cara de la joven.

    Stena asintió agradecida mientras vio como el muchacho se marchaba de la cabaña.

  • Y ahora a descansar- el anciano se acercó hasta ella y le ayudó a tumbarse de nuevo. Stena intentó poner en orden sus pensamientos pero era difícil concentrarse con el dolor del hombro. No había forma de salir corriendo de allí y alcanzar al resto del clan. Seguramente se marcharían pasadas las Montañas Blancas, a su siguiente emplazamiento y si no los alcanzaba a tiempo el Paso de Hal-Manat quedaría cerrado durante las primeras nevadas de invierno. No podría estar con ellos hasta la primavera. Pero ¿cuantos de ellos habían sobrevivido? ¿Sus padres estarían bien? Se sintió culpable por no haber estado allí luchando justo al resto del clan y posiblemente morir con ellos. Era injusto. Si no hubiera echo caso a Targum ahora no tendría que estar inmóvil en un camastro desconocido y rodeada del clan Balan. Maldijo en voz alta y de inmediato comprendió que no estaba sola, el anciano la miró un momento pero no dijo nada.

  • Duerme un poco. - dijo con amabilidad. Stena cerró los ojos y a pesar de todas las preguntas sin contestación que tenía en su mente se quedó dormida de inmediato.

    Despertó horas más tardes cuando la zarandearon, con suavidad, en el hombro. Abrió los ojos sobresaltada y vio la mirada de Breogán sobre ella.

  • ¿ Qué tal estás?- dijo el chico mientras Stena se sentaba. Tardin le puso un cojín en su espalda y ella pudo recostarse sin que el hombro sufriera.

  • Mejor, gracias- No era verdad pero no quería sentir debilidad delante de un Balan.

  • Tu clan se ha marchado después de enterrar a los que perecieron durante la refriega. No me preguntes hacía donde se han marchado porque cuando he llegado ya no quedaba nadie, pero las huellas apuntaban hacia el norte. Así que me imagino que tú sí que lo sabrás.

  • Si- dijo seria- han caído muchos.

  • He contado una diez tumbas, lo siento.

    Stena tuvo ganas de llorar pero se aguantó las ganas. No quería darles el gusto de ver como una Kanla se rebajaba hasta tal punto así que respiró hondo y miró a los ojos a Breogán.

  • Tengo que marcharme para darles alcance.

  • Ahora mismo no tienes fuerzas ni para llegar hasta la puerta, ni mucho menos un viaje largo.

  • ¡Pero no puedo quedarme aquí! No llegaré a tiempo. La nieve está a punto de llegar y no tendré tiempo de alcanzarles.

  • ¿Y cuanto piensas andar hasta caer al suelo? Tendrás que pasar en invierno aquí y luego ya nos inventaremos alguna historia para que Breogán te acompañe.

  • ¡Ni hablar! Yo no pienso acompañarla. Cuando pasen las nieves ella misma podrá ir sola.

  • Tu mismo me has contado que la loba Kanla olió su sangre así que no parará hasta que le de caza.- dijo Tardin mirando serio al muchacho.

  • Yo puedo encargarme de ella.

  • No será sólo de ella, sino que intentará darte caza con toda la manada. No podrás con todos ellos. Y luego está el echo de tener que pasar por varios territorios hostiles antes de llegar a las Montañas Blancas.

  • ¿Cómo sabes que van a las Montaña Blancas?- Stena no le había dicho nada y era imposible que él también lo supiera.

  • ¿No sabías que hablas en sueños?- sonrió en anciano. Stena lo miró avergonzada.



lunes, 24 de octubre de 2011

Capitulo 1 y 2

Después de una larga ausencia en mis relatos de blog he decidido retomar el cauce de ellos y por ello ya me he puesto a trabajar en la continuación de la historia de Stena y Breogán. Aquí pongo los dos primeros capítulos para ir recordando de qué iba. Esta semana pondré el tercero y el nuevo, que será el cuarto y que ya estoy escribiendo. De momento no tengo título final para esta historia pero a ver si se me ocurre mientras la hago.

CAPITULO 1 Y 2

Era bien cerrada la noche cuando una manada de lobos estaba persiguiendo a su próxima víctima. Corrían intentado formar un círculo a su alrededor y dejarla rodeada, pero era difícil porque la hembra corría más de lo normal, y pese a que estaban en sus dominios, otra manada de lobos se había adentrado en su territorio. Reclamaban también a la presa y estaban muy cerca. Kanla se paró en seco y el resto del grupo dejó de perseguir a la joven para enfrentarse a los extraños. Había decidido que la expulsión de la otra manada era más importante así que la jefa del clan del Bosque Profundo miró como las extrañas se acercaban hasta ellas y se prepararon para un enfrentamiento. Kanla sacó sus dientes y gruñó en señal de advertencia, pero las otras no parecían estar intimidadas y también gruñían con las babas colgando en la comisura de sus bocas. Un estridente ruido hizo que todas agudizaran sus orejas y entonces se percataron de que los hombres se acercaban hasta allí. Era hora de dejar la contienda y alejarse del camino de los Pies Largos. Kanla miró con recelo como las del otro clan se marchaban y antes de hacer lo mismo dio un bufido de indignación por no haber sido capaz de alcanzar a la joven a tiempo. Estaba segura de que los hombres se habían adentrado en el interior del bosque por culpa de su cachorro. Dio órdenes, con dos gruñidos, de que debían de marcharse y el resto de la manada le obedeció sin protestar.

Mientras los lobos se dispersaron para adentrarse en lo más profundo del bosque Stena corría desesperada, y sin rumbo, entre la oscuridad con la única claridad de algunos rayos lunares que se filtraban entre la hojarasca de centenares de viejos árboles. Sabía que estaba siendo perseguida por los lobos y también sabía que no tenía escapatoria alguna frente al clan de Kanla, así que lo mejor era intentar salir de su territorio. Hubiera sido fácil durante el día porque ella conocía muy bien el bosque pero de noche y con la herida del hombro que no paraba de sangrarle era del todo imposible. El olor de la sangre era una poderosa llamada para los lobos, lo sabia muy bien, además de la debilidad que estaba sintiendo por momentos en sus piernas Solo esperaba que la diosa Andrastra la protegiera. Un ruido lejano la hizo detenerse y miró hacia atrás. Ya no sentía la presencia de Kanla y eso la hizo sentir algo mejor, pero entonces su cuerpo no pudo más y cayó en el suelo mareada. Si hubiera echo caso a Codom antes de salir de la aldea ahora estaría en la cabaña de sus padres disfrutando de una buena cena, pero ella era demasiado orgullosa para no haber aceptado el reto de Targum y conseguir una buena pieza de caza y así acallar las burlas de su primo. Siempre era la misma historia. Desde pequeños la rivalidad entre ambos había sido muy fuerte y ahora que ambos tenían 16 años de edad esas disputas continuas estaban cada día presentes. Cuanto había llorado Stena por culpa de su primo. Demasiado.

Stena miró a su alrededor y tuvo miedo. Sabía que se acercaba su fin y en vez de afrontarlo como una autentica guerrera de su tribu se estaba dejando llevar por sus sentimientos. Agarró el mango de su puñal que tenía en el cinto y lo sacó de su vaina para sentirse más protegida. Miró a todos lados apuntando con el arma al aire pero seguía sin notar la presencia de la loba así que aliviada volvió a guardar el puñal e intentó incorporarse. Sus piernas seguían sin responder y se quedó sentada en el suelo apoyada contra el tronco de un árbol.

Breogan se escondió tras unos arbustos mientras una manada de lobos pasaba a su alrededor. Los había escuchado llegar y corriendo había ido a refugiarse, pero no estaba seguro de sí le había olido o no. Sacó su espada a modo de precaución y sin mover un músculo de su cuerpo dejó que todos pasasen raudos a su alrededor. Suspiró aliviado y salió de su escondite pensando que debían de estar huyendo de algo. Agudizó su oído para percibir algo inusual en los sonidos del bosque y entonces sintió unas voces lejanas gritando un nombre. Debían de ser del clan Kanla y parecían estar buscando a alguien en el bosque. Era mejor para él no encontrarse con ellos. Sus dos clanes habían sido rivales desde hacía años y si lo apresaban se convertiría en un buen motivo para iniciar alguna otra inútil lucha. Guardó su espada en la vaina y siguió caminando para encontrar la planta que le había mandado buscar el curandero Tardin de su clan. La hermana de Breogan se había puesto muy enferma y, como el druida no tenía ayudante aún, había mandado a Breogan para buscar la planta y sanar la herida que su hermana se había echo en una de las piernas por culpa de una mala caída contra una piedra. Tardin decía que él era muy bueno en diferenciar las plantas y conocía muy bien la que necesitaba el curandero. En más de una ocasión le había insinuado a Breogan que debía de ser su ayudante pero él negaba siempre con la cabeza, quería convertirse en un gran guerrero, como sus padres y no un mágico curander.

Breogán olisqueó el aire y de inmediato le llegó un olor conocido y perturbador, el olor de la sangre. Se dejó llevar por sus instintos y se topó con una chica desmayada en el suelo. Ese era el motivo por el cual el clan Kanla debía de haberse adentrado en el Bosque Profundo, el linde entre ambos clanes y territorio de los lobos. Se acercó hasta la muchacha y la tocó para ver si seguía con vida. Respiraba pero su cara no tenía muy buen color. Se incorporó para ver si las voces se acercaban hasta donde estaban ellos pero casi no se escuchaban. Parecían haber cambiado de dirección y eso no le gustó. Otro miembro de su clan la habría dejado allí o llevado a su aldea para hacerla prisionera, pero él no era como el resto de su familia. Le avergonzaba, si, pero no podía evitarlo y hubiera sido impensable dejar a la pobre chica allí estirada esperando a que los lobos volvieran. Por eso se quedó junto a ella para intentar despertarla tocándole las mejillas. La chica pareció moverse un poco pero no se despertó. No podían quedarse allí por mucho más tiempo, volverían los lobos, así que decidió cargar con ella a hombros. Pensaba mucho pero él tenía fuertes piernas y comenzó a caminar con la muchacha en sus espaldas a modo de fardo.

Lo primero que pensó fue en ir a una cueva cercana para cuidar de ella hasta que se despertara pero los lobos olerían la sangre y enseguida darían con ellos y Breogán no era suficiente para combatir con todos ellos. Quedaba descartado también en devolverla a los suyos porque estaba seguro de que a él lo harían prisionero, así que la única opción viable era llevarla hasta la cabaña de Tardin que se encontraba en los márgenes más alejados del territorio de su clan, los Balan y cerca del Bosque.

jueves, 16 de junio de 2011

Capitulo 3

Stena despertó, pero en vez de abrir los ojos lo primero que hizo fue escuchar el ruido que había a su alrededor. No estaba en el bosque, eso era seguro,porque escuchaba el crepitar del fuego y un reconfortante calor por todo su cuerpo. Debía de haberla rescatado su clan pero entonces algo le llamó a atención y fue un fuerte olor desconocido para ella. Abrió los ojos sobresaltada y se incorporó asustada sobre la cama. Estaba en una cabaña extraña. Pequeñas bolsas de cuero colgaban por todo el techo y también plantas resecas puestas boca abajo. Stena le recordó a la cabaña de Torgum, el curandero de su clan pero de algún modo era distinta, y debía de ser por el olor. Un hombre mayor y un joven estaban estados en una mesa comiendo. Stena intentó no hace ruido y volvió a tumbarse para analizar la situación. Cerró los ojos lo suficiente para que creyeran que dormía pero bastante para analizar a ambos individuos. El hombre mayor vestía con una gran túnica larga con capa desgastada de color gris oscuro, con un cinturón negro, no podía verle el rostro porque estaba de espaldas, pero sí el pelo canoso que le caía en cascada hasta media espalda. El otro desconocido debía de ser su hijo porque era muy joven, de una edad parecida a la suya. Llevaba una túnica corta hasta las rodillas de color verde con un cinturón con un broche, unos calzones negros que llegaban hasta unas botas altas hasta las pantorrillas de piel de conejo. Era moreno de cabellos ondulados que le llegaban hasta el cuello y podía verle el rostro porque estaba de lado charlando amistosamente con el otro hombre. Tenía una nariz pequeña, llena de pecas y rostro cuadrado. Algo llamó la atención de Stena y desvió la vista para fijarse en un tapiz que decoraba la parte de arriba de la chimenea y llevaba cosido el escudo del clan de los Balan: una gran liebre corriendo de color negro en un fondo amarillo. El corazón de Stena comenzó a palpitar con fuerza y echó mano a su cincho para buscar su cuchillo, pero por mucho que palpó no lo encontró. Claro, no la iban a dejar armada, eso era normal.

Se incorporó sin hacer ruido de la cama y dio varios pasos para dirigirse a la puerta que la había localizado a pocos pasos de ella.

  • Buenas noches- exclamó una voz tras de ella. Stena se paró en seco asustada y se dio la vuelta. Ambos desconocidos la miraban sonriendo. Ella abrió las piernas y alzó sus brazos preparada para luchar.

  • Alto, alto, muchacha- dijo el hombre mayor que ahora sí que podía verle la cara Stena y que le pareció de lo más agradable.- no vamos a hacerte daño.

  • Sois del clan Balan.- dijo dando varios pasos hacia atrás.

  • Si, pero no estás prisionera.

  • ¿Entonces porque estoy aquí?- Stena no creía ni una sola palabra de las que le estaban contando.

  • Te encontré desmayada en el Bosque Profundo y te traje aquí.- el joven se levantó e intentó acercarse a ella pero el anciano le detuvo cogiéndole la muñeca.

  • Deberías de haberme dejado tranquila, mi clan estaba buscándome.

  • Tu clan ya se había marchado de zona, además no iba a dejarte a merced de los lobos.

  • Pues haberme llevado hasta mi clan si no ibas a tenerme prisionera.- Stena ya tocaba el pomo de la puerta y comenzó a empujarla cuando la cabeza volvió a darle vueltas y se agarró a la puerta con ambas manos para no caer al suelo.

  • Claro, y exponerme a que me apresaran ellos ¿no?

  • Déjala tranquila- exclamó el hombre mayor- aún está débil. Ha perdido mucha sangre.

  • Pues que vuelva a la cama y que nos deje ayudarla.

  • Ponte en su situación. - dijo el hombre mientras se acercaba hasta ella para ayudarla a llegar hasta la cama de nuevo. Stena protestó ante la ayuda pero estaba demasiado débil apartarse de él y se dejó llevar hasta la cama, donde se sentó para volver a tumbarse.

    En ese momento alguien toco a la puerta y Breogán se asustó. Debía de ser alguien del clan buscando alguna poción. Tardin le tocó el hombro para calmarlo y se acercó hasta la puerta que entreabrió.

jueves, 9 de junio de 2011

Capítulo 2

Breogan se escondió tras unos arbustos mientras una manada de lobos pasaba a su alrededor. Los había escuchado llegar y corriendo había ido a refugiarse, pero no estaba seguro de sí le había olido o no. Sacó su espada a modo de precaución y sin mover un músculo de su cuerpo dejó que todos pasasen raudos a su alrededor. Suspiró aliviado y salió de su escondite pensando que debían de estar huyendo de algo. Agudizó su oído para percibir algo inusual en los sonidos del bosque y entonces sintió unas voces lejanas gritando un nombre. Debían de ser del clan Kanla y parecían estar buscando a alguien en el bosque. Era mejor para él no encontrarse con ellos. Sus dos clanes habían sido rivales desde hacía años y si lo apresaban se convertiría en un buen motivo para iniciar alguna otra inútil lucha. Guardó su espada en la vaina y siguió caminando para encontrar la planta que le había mandado buscar el curandero Tardin de su clan. La hermana de Breogan se había puesto muy enferma y, como el druida no tenía ayudante aún, había mandado a Breogan para buscar la planta y sanar la herida que su hermana se había echo en una de las piernas por culpa de una mala caída contra una piedra. Tardin decía que él era muy bueno en diferenciar las plantas y conocía muy bien la que necesitaba el curandero. En más de una ocasión le había insinuado a Breogan que debía de ser su ayudante pero él negaba siempre con la cabeza, quería convertirse en un gran guerrero, como sus padres y no un mágico curander.

Breogán olisqueó el aire y de inmediato le llegó un olor conocido y perturbador, el olor de la sangre. Se dejó llevar por sus instintos y se topó con una chica desmayada en el suelo. Ese era el motivo por el cual el clan Kanla debía de haberse adentrado en el Bosque Profundo, el linde entre ambos clanes y territorio de los lobos. Se acercó hasta la muchacha y la tocó para ver si seguía con vida. Respiraba pero su cara no tenía muy buen color. Se incorporó para ver si las voces se acercaban hasta donde estaban ellos pero casi no se escuchaban. Parecían haber cambiado de dirección y eso no le gustó. Otro miembro de su clan la habría dejado allí o llevado a su aldea para hacerla prisionera, pero él no era como el resto de su familia. Le avergonzaba, si, pero no podía evitarlo y hubiera sido impensable dejar a la pobre chica allí estirada esperando a que los lobos volvieran. Por eso se quedó junto a ella para intentar despertarla tocándole las mejillas. La chica pareció moverse un poco pero no se despertó. No podían quedarse allí por mucho más tiempo, volverían los lobos, así que decidió cargar con ella a hombros. Pensaba mucho pero él tenía fuertes piernas y comenzó a caminar con la muchacha en sus espaldas a modo de fardo.

Lo primero que pensó fue en ir a una cueva cercana para cuidar de ella hasta que se despertara pero los lobos olerían la sangre y enseguida darían con ellos y Breogán no era suficiente para combatir con todos ellos. Quedaba descartado también en devolverla a los suyos porque estaba seguro de que a él lo harían prisionero, así que la única opción viable era llevarla hasta la cabaña de Tardin que se encontraba en los márgenes más alejados del territorio de su clan, los Balan y cerca del Bosque.

jueves, 19 de mayo de 2011

Capitulo7 (final)

    Diego le dio la espalda a Enara y sin hacerle el menor caso fue hasta la pila de libros que su padre había estado arreglando y continuó su trabajo. La muchacha lo miró perpleja mientras se alejaba a la otra punta de la tienda. El chico tenía el semblante un tanto arrogante. Era moreno, de un metro setenta y , al igual que su padre, llevaba unas gafas pero éstas eran de montura negra y fina de metal. También tenía un montón de pecas en las mejillas y sus ojos eran azules. Era atractivo, no cabía duda pero su actitud tan arrogante le había dejado más bien fría. Decidió entonces continuar mirando en las estanterías y fue entonces cuando un ruido extraño atrajo la atención de ambos. Provenía del fondo de la tienda, en el cuarto trasero. Diego salió corriendo en esa dirección y Enara lo siguió . Cuando pasaron las cortinas que separaban ambas estancias se toparon con una corriente electrica que se estaba formando en el centro de la habitación. Parecía estar creando una especie de agujero.

  • ¿Qué está pasando?- exclamó Enara en el mismo momento en el que una fuerte corriente de aire comenzaba a moverse por la habitación removiendo todo y levantando papeles y carpetas por todos lados.

  • ¿Y me lo preguntas a mi?- dijo Diego mirándola como si le hubiera preguntado una estupidez.

    El agujero se fue tornando más grande por momentos y de repente dos personas salieron de él cayendo al suelo con fuerza y entonces el agujero se cerró dos segundos más tarde.

    Frente a ellos habían aparecido un chico y una chica que se pusieron en pie y miraron hacia el agujero algo aturdidos. Se miraron entre ellos y luego miraron a su alrededor.

  • Hola- dijo la chica.

viernes, 13 de mayo de 2011

Capitulo 7

Nota: Antes de continuar con la historia me gustaría advertir que los nombres de lugares o empresas son pura invención así que si se asemejan a alguna de la realidad ha sido mera casualidad.


Volvieron a aparcar en el centro del pueblo, y tras despedirse de su madre Enara se dirigió hacia la parte alta. Caminó varias calles bastante empinadas hasta llegar a lo alto del pueblo, donde se encontraba la parte más antigua de la misma . Se paró junto a una balaustrada de piedra a contemplar en mar. Estaba habituada al mar porque en la ciudad donde vivían también había pero el tono de aquella parte del mar le resultó distinto. Era más azulado y el sol reflejaba sus rayos provocando más brillo en su superficie. Una brisa marina acarició sus mejillas y respiró con profundidad aquel aroma tan tranquilizador que tan bien conocía y que tanto le gustaba. Siguió caminando un buen trecho más hasta llegar a la librería. Se llamaba “Librería La Red” . Entró con algo de timidez dentro y unas campanas anunciaron su presencia en el local.

-Buenos días- exclamó una voz al final de la tienda

  • Buenos días- dijo Enara mirando hacia la dirección de la voz. Enseguida vio que se trataba de un hombre de unos cuarenta años, moreno con algunas canas, gafas con montura de pasta fina de color negro y la cara redonda y llena de pecas. Vestía con un polo azul marino y unos tejanos desgastados. Se acercó hasta ella con una radiante sonrisa de bienvenida dejando un montón de libros por colocar dentro de una cajas de embalaje.

  • No eres de por aquí ¿verdad?- dijo entrando dentro del mostrador.

  • No, soy la biznieta de Blanca Méndez

  • Ah, claro. Siento mucho lo de tu abuela- el rostro del hombre cambió por completo y se tornó serio .

  • ¿La conocía?

  • Si, era una asidua lectora y se pasaba por aquí todos los lunes para ver lo nuevo que llegaba. Era una mujer encantadora. Todos la queríamos mucho.

  • Yo no la conocí pero he visto su colección de libros y es impresionante. Llenan toda la sala de estar. Me ha llamado mucho la atención.

  • ¿Y porqué no has escogido uno de los libros de tu abuela en vez de comprar uno aquí?

  • Buscaba un libro en particular y no creo que mi abuela lo tenga

  • Te sorprendería la increíble variedad de libros que compraba. Pero bueno, tampoco los compraba todos. También se dedicaba a cuidar de su jardín así que no se pasaba todo el día leyendo- dijo volviendo a sonreír- ¿Qué libro buscas entonces?

  • Si, se titula El mar de las algas oscuras de Andrea Maliesis. Es de la editorial Manparo pero me gustaría mirar alguna otra cosa.

  • Adelante, estás en tu casa. Yo mientras voy a buscar tu libro y te lo dejaré en el mostrador. Esa autora tu abuela no la leía pero sí que la tengo. Has echo bien en venir.

    Desde fuera de la tienda la entrada no te daba a entender que fuera un local muy grande pero en cuanto entrabas te sorprendías. Tenía altos techos por lo que la sensación de agobio de otras librerías al tener tantos libros acumulados no existía. Las paredes estaban decoradas con motivos marineros, redes, arpones y fotografías de barcos y marineros en plena faena. Después de mirar las fotos Eanra comenzó a buscar en las estanterías otros libros que le llamaran al atención y fue hasta la estantería de fantasía y ciencia ficción. Tocó el lomo de varios ejemplares y vio uno de color verde oliva titulado El Recetario de Dimas Swarf, de Amelia Monreal y lo cogió para ojearlo. De pronto escuchó la campanilla de la entrada de la tienda y se giró para ver quién había entrado. Se trataba de un chico de su misma edad que saludó al tendero y se metió dentro del cuarto del fondo de la tienda. Enara pensó que debía de tratarse de su hijo. Enseguida entró una segunda persona y sorprendida vio que se trataba de su madre. Dejó el libro de Amelia en el mostrador para comprarlo también y se acercó hasta Leonor.

  • Mamá- exclamó Enara- ¿ya has terminado de comprar?

  • La tienda de la señora Pepa abre dentro de media hora así que he pensado en venir yo también a mirar libros.

    Enara miró a su madre pero ésta le resultó extraña ya que parecía nerviosa y miraba hacia el interior de la tienda algo incómoda.

  • Hola Tomás- exclamó Leonor mirando al tendero.-hace mucho tiempo...

  • Hola- Tomás se acercó hasta ellas y le plantó dos besos en las mejillas a Leonor- así que esta es tu hija Enara.

  • Si- Enara miró a su madre con mayor detenimiento y se percató de que su labio inferior temblaba ligeramente. Eso la sorprendió porque sólo se ponía así cuando estaba nerviosa o se enfadaba con ella. Tomás era el que la ponía en aquel estado. Pepa había comentado que ellos dos habían sido novios hacía años ¿era ese el motivo por el cual su madre se comportaba así?

  • Salgamos fuera y hablaremos un poco. Un momento- Tomás se marchó hasta el interior de la tienda y salió con el muchacho que había visto antes Enara.- Este es Diego, mi hijo

  • ¿El hijo de Teresa?

  • Si

  • ¿Y qué tal está ella?

  • Lo último que supe de ella era que estaba viviendo en Madrid

  • ¿Os divorciásteis?.

  • Si hace unos ocho años, pero vayamos fuera. Creo que tenemos bastantes cosas que contarnos- Leonor y Tomás se marcharon dejando solos a sus dos hijos en la tienda.

jueves, 5 de mayo de 2011

Capitulo 6

En otro mundo...

El profesor Zorba metió el azufre dentro de la probeta y, tras coger un vaso de medir y poner 200 ml de agua dentro de él, lo vertió sobre la mezcla que acababa de crear. La reacción fue la esperada porque el contenedor del vidrio comenzó a salir espuma de color azul que mojó toda la mesa de pruebas.

  • Eureka- exclamó emocionado. El resto de la poción que no había caído en la mesa la colocó dentro de la máquina y le dio al botón de reinicio.

  • Cariño- escuchó el profesor desde el sótano- es hora de comer.

  • Ya voy- dijo volviendo a apagar la máquina.

    Se quitó la bata blanca de trabajo y después de lavarse las manos subió hasta el piso de arriba donde su mujer le estaba esperando con la mesa ya preparada y sus dos hijos sentados en ella.

  • ¿Qué tal las pruebas?- quiso saber Ecco, su hija de diez años

  • Van mejor de lo que esperaba y creo que esta noche podremos usar la máquina.

  • No tenemos mucho tiempo- dijo seria su mujer mientras recogía del microondas un vaso de leche de Nak, que tanto le gustaba a su marido- las irregularidades en el tiempo están empeorando por momentos y tus amigos de Antar Andranes no parecen querer hacer nada. El primer equipo está listo para la incursión en el sector predeterminado en el ordenador principal. Hay que detenernos.

  • ¿ Estás segura de que Rona estará segura si te sigue mandando la información? No quiero ponerla en peligro por culpa nuestra.

  • Tomamos las medidas necesarias para que no detecten sus transmisiones No te preocupes.

  • No me acaba de convencer el método.

  • Tú acaba pronto la máquina y todo volverá a la normalidad. Una vez que destapemos a tu antigua empresa y deje de ponernos en peligro a todos.

  • Lo se, lo se- quiero que preparéis el equipo para esta noche.

  • De acuerdo- exclamó Talos, su hijo mayor.

    Una vez terminado el desayuno Zorba le dio un beso a su esposa y volvió a bajar hasta el subterráneo para proseguir con las pruebas finales.

    Pasó el resto del día intentando equilibrar la máquina y a las siete de la tarde dio con la clave para crear el agujero. Toda la familia se reunió con él cargando sus mochilas y a sus espaldas mientras Zorba encendía la máquina. Un pitido comenzó a sonar aumentando de volumen al pasar lo segundos. Todos tuvieron que taparse los oídos por el molesto sonido y entonces la casa comenzó a moverse. Un pequeño terremoto sacudió toda la zona y al lado de la máquina comenzó a formarse un aujero con las pequeñas descargas de energía que la máquina iba extrayendo de su fuente de poder.

  • ¿Esto es el agujero dimensional?- exclamó Ecco algo asustada.

  • Si, cariño- le contestó su madre mientras ayudaba a su marido con la palanca para estabilizar el agujero. Todos los papeles del cuarto comenzaron a volar alrededor de la estancia y entonces fueron succionados por el agujero.

  • ¡ Esto no debería de pasar!- exclamó Zorba preocupado. No tuvo tiempo de reaccionar cuando sus dos hijos fueron succionados por el agujero ante los atónitos ojos de sus padres.

  • Ve por ellos, no pueden perderse. Agarra esta menta y cuando yo te diga tira de ella. Yo ajustaré la del otro lado.- pero antes de que les diera tiempo a reaccionar el agujero se cerró dejándolos sin acabar de comprender lo que acababa de pasar.

    En ese momento dos hombres entraron en el laboratorio y corrieron hasta donde estaba el profesor y su mujer. Los agarraron por las muñecas detrás de sus espaldas.

  • Los hemos perdido- exclamó Ana mirando hacia donde habían desaparecido sus dos hijos

viernes, 29 de abril de 2011

Capitulo 5

La cocina era bastante grande, con muebles blancos de moldura fina, una encimera de mármol gris oscuro y una mesa redonda junto a una ventana que daba al patio trasero de la casa con un pequeño jardín que Enara pensó que su bisabuela había cuidado con esmero y plantado algunas hortalizas. Toda la estancia parecía haber sido remodelada no hacía mucho, al igual que el baño de arriba. Su madre había esperado encontrarse con una antigua casa cayéndose a pedazos, con cañerías estropeadas, viejos muebles carcomidos o alfombras desgastadas y llenas de polvo, pero en vez de eso tenían gas natural y todos los electrodomésticos nuevos.

-Buenos días- exclamó su madre nada más ver aparecer a su hija por la puerta.

-Buenos, mamá -Enara cogió una taza de la despensa de la derecha y cogió el brick de leche que su madre ya había puesto sobre la mesa, se dirigió al microondas y metió la taza dentro.

-¿qué plan tenemos para hoy?- dijo sentándose frente a su madre y echándose unas cucharadas de cacao en la leche.

-Tenía pensado ir al pueblo para comprar comida para varios días, productos de limpieza y algunas otras cosillas que necesitaremos. Bajaremos en coche por no tener que subir cargadas con las bolsas hasta aquí.

  • Si, debe de haber un kilómetro hasta el pueblo ¿Porqué tu abuela tenía una casa tan alejada?

  • Blanca y su marido se dedicaban al cultivo de trigo y se compraron esta casa para estar cerca de los campos. Sus padres eran de Villa Marina pero ellos prefirieron alejarse un poco del bullicio del pueblo.

  • ¿Bullicio? Pero si ahí solo deben de vivir doscientas personas como mucho.- dijo sin comprenderlo.

  • Tú estas acostumbrada a vivir en una gran ciudad y para tí un pueblo no representa mucho jaleo, pero has de saber que tus bisabuelos se casaron sin el consentimiento de sus padres y para alejarse de las habladurías prefirieron marcharse y dedicarse al cultivo.

  • ¿Puedo ir yo a la biblioteca del pueblo mientras tú hacer las compras? Luego te ayudo a cargarlo todo.- dijo cambiando de tema de forma radical.

  • Aquí no hay biblioteca, lo siento pero tienes una librería.

  • Ah si! La de tu amigo

  • ¿Pero no tienes libros suficientes aquí? Ya has visto que tu abuela tiene una buena colección.

  • Lo se, pero el libro que quiero lo editaron hace un par de meses y dudo que los temas de fantasía le gustasen.

  • Te sorprendería. Pero si es nuevo el libro entonces no creo que lo tenga.

  • Pues ya tenemos plan- dijo Enara mientras se terminaba las tostadas con mermelada y mantequilla. Iba a levantarse cuando recordó su descubrimiento de hacía unos minutos en la sala de estar.- Mamá ¿te suena este anillo?

    Enara se lo mostró y notó el cambio en el rostro de su madre pero ésta negó con la cabeza muy enérgica, pero conocía a su madre y sabía que el anillo le había llamado la atención. Lo que no entendía era porque lo negaba con tanta vehemencia.

  • No lo había visto en mi vida.

  • Había una nota que decía que era para ti.

  • ¿Para mi?- Enara le mostró la nota.

  • Pues no se, quédate con él- Leonor le devolvió la nota y se levantó para lavar los platos.

    Después de recoger toda la cocina Enara y su madre salieron de la casa para montar en el coche pero entonces se dieron cuenta de que Diablo aún seguía en la casa. Leonor volvió a entrar en la casa y le puso en el bol del animal una buena ración de pienso para cuando despertara. También dejó la puerta del jardín abierta para que saliera a hacer sus necesidades y volvió a montarse en en coche.


jueves, 14 de abril de 2011

Capitulo 4

Enara se levantó aquella mañana con una incómoda sensación en los pies. Abrió los ojos y miró para ver de qué se trataba. Diablo, el perro de su bisabuela descansaba sobre la cama apretujado contra sus piernas. Era un terranova, un perro negro de gran tamaño y de pelaje abundante de cinco años de edad. Cuando lo vio la madre de Enara casi se desmaya del susto. Ellas habían pensado que se trataría de un pequeño perro faldero, pero se habían equivocado y en su lugar un enorme terranova había llenado la cocina, que Leonor había estado limpiando toda la tarde, de babas mientras meneaba la cola contento de volver a su hogar.

Enara se incorporó y se levantó de la cama con sumo cuidado para no despertar a Diablo. El animal gruñó ante el repentino movimiento del colchón pero en vez de despertarse de arrebujó más contra sí mismo y siguió durmiendo. Después de la cena de ayer por la noche madre e hija se habían puesto al día sobre los cotilleos del pueblo porque, siendo Pepa la dueña del colmado de la plaza, era la primera en enterarse de las cosas. Pepa también mencionó a un antiguo amigo de Leonor, Tomás, que había heredado la tienda de libros de su padre y ahora la llevaba junto a su hijo de dieciocho años Diego. Enara se enteró de que su madre había tenido una relación con el tal Tomás cuando era joven y que también había roto con él. Nunca se había llegado a plantear que su madre pudiera haber sido joven como ella, pero así había sido. Había pasado varios veranos en Villa Marina junto a sus padres, justo antes de que se separaran, y su abuela Blanca. Leonor nunca le había mencionado nada al respeto, sólo que sus abuelos se separaron de mutuo acuerdo cuando ella era adolescente y se había ido a vivir con su madre a un piso de Barcelona en alquiler. Luego, Leonor se había casado con Joan, el padre de Enara y justo cuando ella nació su padre murió en un accidente de coche. Sabía que tenía una bisabuela en un pueblo costero porque su madre se lo había dicho de pasada pero no la había mencionado apenas y ella tampoco había sentido un interés especial por ello.

Enara se dirigió al cuarto de baño del segundo piso. Era muy grande, con una gran bañera de porcelana blanca de estilo victoriano. Al lado contrario también había una pequeña ducha con mampara de vidrio templado que llegaba hasta el sueño y que había sido colocada recientemente. Enara se quitó el pijama y se metió en la ducha. Tenía termostato incorporado, y tras pasarse unos segundos ajustando la temperatura, ni muy fría ni muy caliente, el chorro de agua cayó sobre su cabeza despertándola de golpe. Una vez se hubo restregado con una esponja que habían traído de casa, al igual que los champús,salió de la ducha y cogió una toalla de playa que su madre había colocado el día anterior allí. Volvió a su cuarto, Diablo aún dormía así que con cuidado sacó unos tejanos cortos, un sujetador blanco y una camiseta de tirantes también blanca. Se calzó con unas Converse y bajó las escaleras que llevaban hasta el recibidor de la primera planta.

Antes de desayunar decidió inspeccionar con mayor detenimiento la sala de estar porque el día anterior se había fijado en la cantidad de libros que tenía su bisabuela apilados por todos los lados de la estancia.

La sala de estar era un amplio salón con un gran ventanal, bajo éste habían echo un gran arcón con un apoya espaldas lleno de cojines para sentarse a leer con comodidad y aprovechar la luz del día. También había un sofá rinconero verde oscuro de tres plazas sólo que en vez de estar apoyado en una pared, y como el nombre indica en un rincón, estaba colocado justo en mitad de la estancia y frente a él había dos sillones tapizados en verde manzana con amplios respaldos. El suelo era de parquet de color sucupira, de un marrón intermedio entre el oscuro y el claro. Su madre le había dicho que Blanca había echo un montón de reformas en la casa hacía poco tiempo porque ella no la recordaba así, sino más bien una casa antigua llena de muebles desgastados y alfombras roídas, en cambio se habían encontrado con la casa en perfecto estado y lista para ser usada.

Enara se acercó hasta el primer estante que encontró y pasó un dedo por los lomos de los libros. El lado derecho de la estancia era una enorme estantería que llegaba hasta el techo lleno de libros mientras que la otra pared no había más que un gran cuadro pintado al oleo de un campo de amapolas. Le gustaba el tacto liso de los lomos de los libros pero su dedo pasó por un libro distinto. Miró con mayor detenimiento y se percató de que el libro en cuestión era bastante grueso y lleno de pliegues en su lomo. No tenía ningún título que lo identificara y eso le extrañó. Lo cogió con las manos y se sorprendió de que no pesara casi nada. La portada tenía dibujada una salamanquesa en relieve. Lo abrió y en vez de encontrarse un montón de hojas vio un hueco en ellas. Dentro había un anillo y un sobre y los cogió. Se trataba de un anillo con la misma forma que la portada sólo que ésta salamaquesa se mordía la cola para formar el ovalo del anillo. Parecía de oro y Enara se lo puso en su dedo corazón. Le encajó a la perfección. Luego abrió el sobre, en él había una simple anotación que estaba dirigida a su madre: para mi Leonor, que abra las puertas al infinito y me encuentre entre las sombras. Enara entonces decidió quitarse en anillo pero cuando fue a sacárselo tuvo la sensación de que la salamanquesa se había apretado más a su dedo. Intentó arrancárselo a la fuerza pero no pudo. Con la carta en su mano se dirigió hasta la cocina y allí se encontró con su madre que estaba desayunando.

jueves, 7 de abril de 2011

Capítulo 3

Una vez en la calle y con el aire salado rozándoles las mejillas se miraron sin acabar de creer lo que había pasado en el despacho del abogado. Ellas, que siempre habían estado ahorrando hasta el último céntimo ahora tenían a su disposición dinero y además una casa a la que poder agarrarse en caso de necesidad. Se abrazaron y se encaminaron hacia la plaza central del pueblo. Una vez allí Leonor localizó la tienda de comestibles de Pepa que ella conocía de sobras y nada más entrar se toparon con la sonrisa de la tendera que Leonor recordaba muy bien.

  • Buenos días- se trataba de una mujer de unos sesenta años, de pelo blanco y corto, rostro ovalado y sonrosado, ojos marrones y de carácter amable. Leonor la reconoció al instante pese a encontrarla mucho más envejecida y algo más regordeta . Lucía un delantal azul marino algo manchado con un gran logotipo de la tienda en medio: un gran sauce.--¿en qué le puedo ayudar?

  • Usted es la señora Pepa.- dijo Leonor sonriendo algo tímida.

  • Si ¿nos conocemos?- la mujer la miró con mayor detenimiento e intentando reconocer aquel rostro que le resultaba tan familiar.

  • Soy la nieta de Blanca Méndez- la cara de Pepa se iluminó y salió de detrás del mostrador para abrazarla.

  • La pequeña Leonor- dijo una vez la dejó de abrazar con fuerza.- sí que ha pasado el tiempo.

  • Si

  • Hace muchos años que no vienes por aquí

  • Si, unos catorce- contestó Leonor con añoranza- esta es mi hija Enara

  • Hola Enara- dijo Pepa mirándola con interés.

  • Me ha dicho el abogado de mi abuela que te quedaste con el perro de mi abuela.

  • Si. Blanca me lo confió poco antes de morir y me dijo que te lo diera nada más llegaras.

  • ¿Sabía que vendría?

    Una mujer entró en ese momento en la tienda y cortó la conversación. Mientras Pepa atendía a la señora pesando unas patatas que cogió de un gran saco junto al mostrador Leonor y Enara decidieron coger una cesta y comprar. Lo llenaron con las cosas más básicas para pasar la cena y el desayuno del día siguiente. Ya se aprovisionarían bien al día siguiente. Cuando llegaron al mostrador la otra clienta ya abandonaba el local.

  • Cuando cierre les llevaré al perro. No está aquí sino en mi casa.

  • No quiero que se moleste. Nos podemos pasar nosotras a buscarlo.

  • No es ninguna molestia. Además, me gustaría seguir charlando un rato más con vosotras y así os pongo al día en el pueblo.

  • Pues entonces quédese a cenar esta noche. No habrá un banquete pero nos agradará que nos haga compañía.

  • Será un placer. Y no se preocupe por la cena porque tengo un pastel de cerne recién hecho que les llevaré.

  • Pero le invitamos nosotras, no es correcto que nos traiga la comida.- conocía el caracter amable de Pepa y no le extrañó que se ofreciera a llevarles algo de comida para la cena.

  • ¡Tonterías! A mi hijo no le va mucho el pastel y para mi marido y para mi es mucho así que es mejor comérselo echo del día. Además, me gustaría compartirlo con ustedes.

  • ¿A las ocho y media le va bien?- exclamó Leonor sabiendo que no iba a convencerla de que no trajera la comida.

  • Perfecto

    Después de pagar la compra se despidieron de Pepa y con dos bolsas repletas de comida volvieron hasta el coche y lo cargaron todo en el maletero. Subieron a sus asientos y Leonor encendió en motor.