viernes, 13 de mayo de 2011

Capitulo 7

Nota: Antes de continuar con la historia me gustaría advertir que los nombres de lugares o empresas son pura invención así que si se asemejan a alguna de la realidad ha sido mera casualidad.


Volvieron a aparcar en el centro del pueblo, y tras despedirse de su madre Enara se dirigió hacia la parte alta. Caminó varias calles bastante empinadas hasta llegar a lo alto del pueblo, donde se encontraba la parte más antigua de la misma . Se paró junto a una balaustrada de piedra a contemplar en mar. Estaba habituada al mar porque en la ciudad donde vivían también había pero el tono de aquella parte del mar le resultó distinto. Era más azulado y el sol reflejaba sus rayos provocando más brillo en su superficie. Una brisa marina acarició sus mejillas y respiró con profundidad aquel aroma tan tranquilizador que tan bien conocía y que tanto le gustaba. Siguió caminando un buen trecho más hasta llegar a la librería. Se llamaba “Librería La Red” . Entró con algo de timidez dentro y unas campanas anunciaron su presencia en el local.

-Buenos días- exclamó una voz al final de la tienda

  • Buenos días- dijo Enara mirando hacia la dirección de la voz. Enseguida vio que se trataba de un hombre de unos cuarenta años, moreno con algunas canas, gafas con montura de pasta fina de color negro y la cara redonda y llena de pecas. Vestía con un polo azul marino y unos tejanos desgastados. Se acercó hasta ella con una radiante sonrisa de bienvenida dejando un montón de libros por colocar dentro de una cajas de embalaje.

  • No eres de por aquí ¿verdad?- dijo entrando dentro del mostrador.

  • No, soy la biznieta de Blanca Méndez

  • Ah, claro. Siento mucho lo de tu abuela- el rostro del hombre cambió por completo y se tornó serio .

  • ¿La conocía?

  • Si, era una asidua lectora y se pasaba por aquí todos los lunes para ver lo nuevo que llegaba. Era una mujer encantadora. Todos la queríamos mucho.

  • Yo no la conocí pero he visto su colección de libros y es impresionante. Llenan toda la sala de estar. Me ha llamado mucho la atención.

  • ¿Y porqué no has escogido uno de los libros de tu abuela en vez de comprar uno aquí?

  • Buscaba un libro en particular y no creo que mi abuela lo tenga

  • Te sorprendería la increíble variedad de libros que compraba. Pero bueno, tampoco los compraba todos. También se dedicaba a cuidar de su jardín así que no se pasaba todo el día leyendo- dijo volviendo a sonreír- ¿Qué libro buscas entonces?

  • Si, se titula El mar de las algas oscuras de Andrea Maliesis. Es de la editorial Manparo pero me gustaría mirar alguna otra cosa.

  • Adelante, estás en tu casa. Yo mientras voy a buscar tu libro y te lo dejaré en el mostrador. Esa autora tu abuela no la leía pero sí que la tengo. Has echo bien en venir.

    Desde fuera de la tienda la entrada no te daba a entender que fuera un local muy grande pero en cuanto entrabas te sorprendías. Tenía altos techos por lo que la sensación de agobio de otras librerías al tener tantos libros acumulados no existía. Las paredes estaban decoradas con motivos marineros, redes, arpones y fotografías de barcos y marineros en plena faena. Después de mirar las fotos Eanra comenzó a buscar en las estanterías otros libros que le llamaran al atención y fue hasta la estantería de fantasía y ciencia ficción. Tocó el lomo de varios ejemplares y vio uno de color verde oliva titulado El Recetario de Dimas Swarf, de Amelia Monreal y lo cogió para ojearlo. De pronto escuchó la campanilla de la entrada de la tienda y se giró para ver quién había entrado. Se trataba de un chico de su misma edad que saludó al tendero y se metió dentro del cuarto del fondo de la tienda. Enara pensó que debía de tratarse de su hijo. Enseguida entró una segunda persona y sorprendida vio que se trataba de su madre. Dejó el libro de Amelia en el mostrador para comprarlo también y se acercó hasta Leonor.

  • Mamá- exclamó Enara- ¿ya has terminado de comprar?

  • La tienda de la señora Pepa abre dentro de media hora así que he pensado en venir yo también a mirar libros.

    Enara miró a su madre pero ésta le resultó extraña ya que parecía nerviosa y miraba hacia el interior de la tienda algo incómoda.

  • Hola Tomás- exclamó Leonor mirando al tendero.-hace mucho tiempo...

  • Hola- Tomás se acercó hasta ellas y le plantó dos besos en las mejillas a Leonor- así que esta es tu hija Enara.

  • Si- Enara miró a su madre con mayor detenimiento y se percató de que su labio inferior temblaba ligeramente. Eso la sorprendió porque sólo se ponía así cuando estaba nerviosa o se enfadaba con ella. Tomás era el que la ponía en aquel estado. Pepa había comentado que ellos dos habían sido novios hacía años ¿era ese el motivo por el cual su madre se comportaba así?

  • Salgamos fuera y hablaremos un poco. Un momento- Tomás se marchó hasta el interior de la tienda y salió con el muchacho que había visto antes Enara.- Este es Diego, mi hijo

  • ¿El hijo de Teresa?

  • Si

  • ¿Y qué tal está ella?

  • Lo último que supe de ella era que estaba viviendo en Madrid

  • ¿Os divorciásteis?.

  • Si hace unos ocho años, pero vayamos fuera. Creo que tenemos bastantes cosas que contarnos- Leonor y Tomás se marcharon dejando solos a sus dos hijos en la tienda.

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