La cocina era bastante grande, con muebles blancos de moldura fina, una encimera de mármol gris oscuro y una mesa redonda junto a una ventana que daba al patio trasero de la casa con un pequeño jardín que Enara pensó que su bisabuela había cuidado con esmero y plantado algunas hortalizas. Toda la estancia parecía haber sido remodelada no hacía mucho, al igual que el baño de arriba. Su madre había esperado encontrarse con una antigua casa cayéndose a pedazos, con cañerías estropeadas, viejos muebles carcomidos o alfombras desgastadas y llenas de polvo, pero en vez de eso tenían gas natural y todos los electrodomésticos nuevos.
-Buenos días- exclamó su madre nada más ver aparecer a su hija por la puerta.
-Buenos, mamá -Enara cogió una taza de la despensa de la derecha y cogió el brick de leche que su madre ya había puesto sobre la mesa, se dirigió al microondas y metió la taza dentro.
-¿qué plan tenemos para hoy?- dijo sentándose frente a su madre y echándose unas cucharadas de cacao en la leche.
-Tenía pensado ir al pueblo para comprar comida para varios días, productos de limpieza y algunas otras cosillas que necesitaremos. Bajaremos en coche por no tener que subir cargadas con las bolsas hasta aquí.
Si, debe de haber un kilómetro hasta el pueblo ¿Porqué tu abuela tenía una casa tan alejada?
Blanca y su marido se dedicaban al cultivo de trigo y se compraron esta casa para estar cerca de los campos. Sus padres eran de Villa Marina pero ellos prefirieron alejarse un poco del bullicio del pueblo.
¿Bullicio? Pero si ahí solo deben de vivir doscientas personas como mucho.- dijo sin comprenderlo.
Tú estas acostumbrada a vivir en una gran ciudad y para tí un pueblo no representa mucho jaleo, pero has de saber que tus bisabuelos se casaron sin el consentimiento de sus padres y para alejarse de las habladurías prefirieron marcharse y dedicarse al cultivo.
¿Puedo ir yo a la biblioteca del pueblo mientras tú hacer las compras? Luego te ayudo a cargarlo todo.- dijo cambiando de tema de forma radical.
Aquí no hay biblioteca, lo siento pero tienes una librería.
Ah si! La de tu amigo
¿Pero no tienes libros suficientes aquí? Ya has visto que tu abuela tiene una buena colección.
Lo se, pero el libro que quiero lo editaron hace un par de meses y dudo que los temas de fantasía le gustasen.
Te sorprendería. Pero si es nuevo el libro entonces no creo que lo tenga.
Pues ya tenemos plan- dijo Enara mientras se terminaba las tostadas con mermelada y mantequilla. Iba a levantarse cuando recordó su descubrimiento de hacía unos minutos en la sala de estar.- Mamá ¿te suena este anillo?
Enara se lo mostró y notó el cambio en el rostro de su madre pero ésta negó con la cabeza muy enérgica, pero conocía a su madre y sabía que el anillo le había llamado la atención. Lo que no entendía era porque lo negaba con tanta vehemencia.
No lo había visto en mi vida.
Había una nota que decía que era para ti.
¿Para mi?- Enara le mostró la nota.
Pues no se, quédate con él- Leonor le devolvió la nota y se levantó para lavar los platos.
Después de recoger toda la cocina Enara y su madre salieron de la casa para montar en el coche pero entonces se dieron cuenta de que Diablo aún seguía en la casa. Leonor volvió a entrar en la casa y le puso en el bol del animal una buena ración de pienso para cuando despertara. También dejó la puerta del jardín abierta para que saliera a hacer sus necesidades y volvió a montarse en en coche.