Después de una larga ausencia en mis relatos de blog he decidido retomar el cauce de ellos y por ello ya me he puesto a trabajar en la continuación de la historia de Stena y Breogán. Aquí pongo los dos primeros capítulos para ir recordando de qué iba. Esta semana pondré el tercero y el nuevo, que será el cuarto y que ya estoy escribiendo. De momento no tengo título final para esta historia pero a ver si se me ocurre mientras la hago.
CAPITULO 1 Y 2
Era bien cerrada la noche cuando una manada de lobos estaba persiguiendo a su próxima víctima. Corrían intentado formar un círculo a su alrededor y dejarla rodeada, pero era difícil porque la hembra corría más de lo normal, y pese a que estaban en sus dominios, otra manada de lobos se había adentrado en su territorio. Reclamaban también a la presa y estaban muy cerca. Kanla se paró en seco y el resto del grupo dejó de perseguir a la joven para enfrentarse a los extraños. Había decidido que la expulsión de la otra manada era más importante así que la jefa del clan del Bosque Profundo miró como las extrañas se acercaban hasta ellas y se prepararon para un enfrentamiento. Kanla sacó sus dientes y gruñó en señal de advertencia, pero las otras no parecían estar intimidadas y también gruñían con las babas colgando en la comisura de sus bocas. Un estridente ruido hizo que todas agudizaran sus orejas y entonces se percataron de que los hombres se acercaban hasta allí. Era hora de dejar la contienda y alejarse del camino de los Pies Largos. Kanla miró con recelo como las del otro clan se marchaban y antes de hacer lo mismo dio un bufido de indignación por no haber sido capaz de alcanzar a la joven a tiempo. Estaba segura de que los hombres se habían adentrado en el interior del bosque por culpa de su cachorro. Dio órdenes, con dos gruñidos, de que debían de marcharse y el resto de la manada le obedeció sin protestar.
Mientras los lobos se dispersaron para adentrarse en lo más profundo del bosque Stena corría desesperada, y sin rumbo, entre la oscuridad con la única claridad de algunos rayos lunares que se filtraban entre la hojarasca de centenares de viejos árboles. Sabía que estaba siendo perseguida por los lobos y también sabía que no tenía escapatoria alguna frente al clan de Kanla, así que lo mejor era intentar salir de su territorio. Hubiera sido fácil durante el día porque ella conocía muy bien el bosque pero de noche y con la herida del hombro que no paraba de sangrarle era del todo imposible. El olor de la sangre era una poderosa llamada para los lobos, lo sabia muy bien, además de la debilidad que estaba sintiendo por momentos en sus piernas Solo esperaba que la diosa Andrastra la protegiera. Un ruido lejano la hizo detenerse y miró hacia atrás. Ya no sentía la presencia de Kanla y eso la hizo sentir algo mejor, pero entonces su cuerpo no pudo más y cayó en el suelo mareada. Si hubiera echo caso a Codom antes de salir de la aldea ahora estaría en la cabaña de sus padres disfrutando de una buena cena, pero ella era demasiado orgullosa para no haber aceptado el reto de Targum y conseguir una buena pieza de caza y así acallar las burlas de su primo. Siempre era la misma historia. Desde pequeños la rivalidad entre ambos había sido muy fuerte y ahora que ambos tenían 16 años de edad esas disputas continuas estaban cada día presentes. Cuanto había llorado Stena por culpa de su primo. Demasiado.
Stena miró a su alrededor y tuvo miedo. Sabía que se acercaba su fin y en vez de afrontarlo como una autentica guerrera de su tribu se estaba dejando llevar por sus sentimientos. Agarró el mango de su puñal que tenía en el cinto y lo sacó de su vaina para sentirse más protegida. Miró a todos lados apuntando con el arma al aire pero seguía sin notar la presencia de la loba así que aliviada volvió a guardar el puñal e intentó incorporarse. Sus piernas seguían sin responder y se quedó sentada en el suelo apoyada contra el tronco de un árbol.
Breogan se escondió tras unos arbustos mientras una manada de lobos pasaba a su alrededor. Los había escuchado llegar y corriendo había ido a refugiarse, pero no estaba seguro de sí le había olido o no. Sacó su espada a modo de precaución y sin mover un músculo de su cuerpo dejó que todos pasasen raudos a su alrededor. Suspiró aliviado y salió de su escondite pensando que debían de estar huyendo de algo. Agudizó su oído para percibir algo inusual en los sonidos del bosque y entonces sintió unas voces lejanas gritando un nombre. Debían de ser del clan Kanla y parecían estar buscando a alguien en el bosque. Era mejor para él no encontrarse con ellos. Sus dos clanes habían sido rivales desde hacía años y si lo apresaban se convertiría en un buen motivo para iniciar alguna otra inútil lucha. Guardó su espada en la vaina y siguió caminando para encontrar la planta que le había mandado buscar el curandero Tardin de su clan. La hermana de Breogan se había puesto muy enferma y, como el druida no tenía ayudante aún, había mandado a Breogan para buscar la planta y sanar la herida que su hermana se había echo en una de las piernas por culpa de una mala caída contra una piedra. Tardin decía que él era muy bueno en diferenciar las plantas y conocía muy bien la que necesitaba el curandero. En más de una ocasión le había insinuado a Breogan que debía de ser su ayudante pero él negaba siempre con la cabeza, quería convertirse en un gran guerrero, como sus padres y no un mágico curander.
Breogán olisqueó el aire y de inmediato le llegó un olor conocido y perturbador, el olor de la sangre. Se dejó llevar por sus instintos y se topó con una chica desmayada en el suelo. Ese era el motivo por el cual el clan Kanla debía de haberse adentrado en el Bosque Profundo, el linde entre ambos clanes y territorio de los lobos. Se acercó hasta la muchacha y la tocó para ver si seguía con vida. Respiraba pero su cara no tenía muy buen color. Se incorporó para ver si las voces se acercaban hasta donde estaban ellos pero casi no se escuchaban. Parecían haber cambiado de dirección y eso no le gustó. Otro miembro de su clan la habría dejado allí o llevado a su aldea para hacerla prisionera, pero él no era como el resto de su familia. Le avergonzaba, si, pero no podía evitarlo y hubiera sido impensable dejar a la pobre chica allí estirada esperando a que los lobos volvieran. Por eso se quedó junto a ella para intentar despertarla tocándole las mejillas. La chica pareció moverse un poco pero no se despertó. No podían quedarse allí por mucho más tiempo, volverían los lobos, así que decidió cargar con ella a hombros. Pensaba mucho pero él tenía fuertes piernas y comenzó a caminar con la muchacha en sus espaldas a modo de fardo.
Lo primero que pensó fue en ir a una cueva cercana para cuidar de ella hasta que se despertara pero los lobos olerían la sangre y enseguida darían con ellos y Breogán no era suficiente para combatir con todos ellos. Quedaba descartado también en devolverla a los suyos porque estaba seguro de que a él lo harían prisionero, así que la única opción viable era llevarla hasta la cabaña de Tardin que se encontraba en los márgenes más alejados del territorio de su clan, los Balan y cerca del Bosque.
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