¿Qué está pasando?- exclamó Enara en el mismo momento en el que una fuerte corriente de aire comenzaba a moverse por la habitación removiendo todo y levantando papeles y carpetas por todos lados.
¿Y me lo preguntas a mi?- dijo Diego mirándola como si le hubiera preguntado una estupidez.
El agujero se fue tornando más grande por momentos y de repente dos personas salieron de él cayendo al suelo con fuerza y entonces el agujero se cerró dos segundos más tarde.
Frente a ellos habían aparecido un chico y una chica que se pusieron en pie y miraron hacia el agujero algo aturdidos. Se miraron entre ellos y luego miraron a su alrededor.
Hola- dijo la chica.
Diego le dio la espalda a Enara y sin hacerle el menor caso fue hasta la pila de libros que su padre había estado arreglando y continuó su trabajo. La muchacha lo miró perpleja mientras se alejaba a la otra punta de la tienda. El chico tenía el semblante un tanto arrogante. Era moreno, de un metro setenta y , al igual que su padre, llevaba unas gafas pero éstas eran de montura negra y fina de metal. También tenía un montón de pecas en las mejillas y sus ojos eran azules. Era atractivo, no cabía duda pero su actitud tan arrogante le había dejado más bien fría. Decidió entonces continuar mirando en las estanterías y fue entonces cuando un ruido extraño atrajo la atención de ambos. Provenía del fondo de la tienda, en el cuarto trasero. Diego salió corriendo en esa dirección y Enara lo siguió . Cuando pasaron las cortinas que separaban ambas estancias se toparon con una corriente electrica que se estaba formando en el centro de la habitación. Parecía estar creando una especie de agujero.
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