- Soltadlos o acabaré con vuestro jefe- gritó el desconocido a espaldas de Tarak con una espada en su mano.
- ¿Quién eres tú?- exclamó Tarak sin acabar de creerse lo que estaba sucediendo
- No eres tú el que hace las preguntas. Y ahora suelta a los dos chicos.- Tarak obedeció de mala gana y soltó a Breogán, al mismo tiempo que hacía un ademán con su cabeza para que Unik dejara de apuntar a la muchacha también.
Breogán se alejó hasta llegar a Stena y entonces vio al desconocido que estaba a espaldas de Tarak y sonreía satisfecho. Era un muchacho de la misma edad que él y vestía con ropas extrañas, una camisola negra que le llegaba hasta las rodillas , un cinturón ancho de cuero donde tenía la vaina de su espada y una capa de capucha negra hasta los tobillos. Era moreno y tenía una herida en su mentón que parecía estar cicatrizando ya.
- ¡Corred!- les indicó el chico a Stena y Breogán. Ambos se miraron sin estar seguros de hacerlo y dejar a su salvador a manos de los Marlon- ¡ Fuera de aquí!
Stena y Breogán le hicieron caso y salieron corriendo hacia la espesura del bosque sin mirar atrás.
- ¿Qué vas a hacer tu solo contra nosotros cuatro?- dijo Tarak
No le dio tiempo a responder porque empujó a Tarak contra el suelo y también él salio corriendo el la misma dirección en la que habían desaparecido los otros dos.
- ¡Cogedlo!- gritó Tarak enfadado. Unik, Annara y Yaak sacaron sus espadas y comenzaron a correr para perseguir a los muchachos.
Stena se sintió mejor una vez que sus piernas habían comenzado a correr libres por el bosque. Ella conocía gran parte del bosque y sabía donde debía de esconderse para que no la encontraran, pero se sentía mal por dejar a aquel muchacho frente a los Marlon. Se paró en seco y miró atrás.
- ¿Porque te paras?- quiso saber Breogán que también se había detenido a la misma altura que ella.
- Deberíamos de ir a rescatar al chico. Nos ha salvado.
- Pero si ha sido él el que nos ha rescatado a nosotros. Si volvemos estaremos en desventaja.
De repente Stena escuchó un ruido de pasos que se aproximaban y vieron como el chico desconocido les seguía corriendo.
- Corred¡- exclamó el muchacho.
Stena no se lo pensó dos veces y siguió corriendo, esta vez sabía perfectamente donde tenía que ir.
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