Ahora me ha dado por hacer dieta porque en mi segundo embarazo llegué a la friolera cifra de 72 kilos y el verme en el espejo con tanta chicha a mi alrededor no me gustaba mucho. Eso de comer a todas horas chocolate, patatas fritas y algun otro pecadillo no me sentaron muy bien, pero como tenía un recién nacido y le daba el pecho me dije ¡ QUE PUÑETAS!, voy a darme el gustazo. Pues ahora tengo que sufrir las consecuencias que sabía que pasarían. Oye, que me quiten lo bailaó. Cuando empecé con la dieta ya había bajado un poquitín de peso y rondaba los 69 pero aún no me sentía bien con lo cual fuí a una tienda naturista y ahora, después de un mes y pico siguiendo la dieta y algunas pastillitas de hierbas ya rondo los 63 kilos. No está nada mal pero estoy tan cansada de comer lechuga, pollo y pescado que creo que ya sueño hasta con ello. Menos mal que me queda poco para adelgazar y ya podré comer normal pero sin pasarme ni picar entre horas.
El otro día fuimos los cuatro a una pizzería por darnos un capricho y mandar una noche la dieta a la porra y creo que la pizza que me comí fue la mejor de toda mi vida. Esa masa fina huntada con tomate y queso fundido y recubierta por un pupurrí de setas. Aún la recuerdo y se me hace la boca agua.
Este fin de semana es el cumpleaños de mi hermana y habrá que celebrarlo como es debido así que mandaremos de nuevo la dieta a la porra, pero que más da.
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