viernes, 6 de marzo de 2009

hola
quería resaltar una palabra que puse en el escrito de ayer. El nombre de la tienda DECASA me lo he inventado y no se si existe esa marca. He mencionado otras marcas expresamente, pero si hay otra tienda que se llame DECASA es pura casualidad.


CAPITULO CINCO. LA CENA


El pequeño restaurante que se encontraba frente a una de las paredes de Santa María del Mar estaba lleno de gente pero Mark y Laia habían llegado justo a tiempo de ocupar la última mesa al lado del cristal que daba a la calle y miraron aliviados como la gente comenzaba a amontonarse en la entrada para esperar el siguiente turno de comidas. No era un local muy grande pero sí con muy buena comida y por eso era difícil pillar mesa.
-¿ Y bien?- dijo Mark esperando el resultado de la entrevista de la tarde
- Pues me hizo la entrevista la chica que está a cargo de la tienda durante esta semana porque la dueña está de viaje y me tendrá que entrevistar dentro de una semana.
- Pero entonces le causaste buena impresión
- Yo creo que si- Laia recordó la entrevista. No había durado más de diez minutos y todo lo que había dicho lo había apuntado en una libreta, como probablemente habría echo con los demás candidatos.
- Me a preguntado sobre mis gusto y aficiones. Si en estos momentos trabajaba y la disponibilidad de la futura incorporación en la tienda. También si tenía inconveniente en viajar por toda España.
- ¿Viajar?
- La dueña trabaja con diferentes fabricantes por todo el territorio español y le gusta ir en persona para ver las piezas. La tienda es genial. Tiene unos muebles y unas telas de sueño. Me recuerdan un poco a las de Laura Ashley, todo muy romántico. -
- Me alegro y espero que te cojan- era obvio que a su novia le había gustado la tienda y trabajar allí sería su sueño, ahora sólo esperaba que a la dueña le gustara la actitud risueña de Laia.
Laia le cogió de la mano que tenía apoyada sobre la mesa y le acarició con ternura. Se miraron a los ojos y entonces llegó la camarera.
- ¿Qué desean?
- Una ensalada mediterránea y una fideua para compartir.
- ¿De beber?- dijo mientras apuntaba todo el pedido en una libreta.
- Vino tinto de crianza Abadal.
La chica se marchó con el pedido y entonces Laia prestó atención a la gente que tenía a su alrededor. Detrás de Mark había una pareja mayor que ya estaban comiéndose en postre, ambos no hablaban para saborear los helados que habían pedido. Una mujer, en el otro lado del local, había comenzado a hablar tan alto que todo el local escuchaba la conversación que estaba teniendo por el móvil. Todos la miraron molestos y su acompañante agarrándole la muñeca intentaba calmar a la muchacha.
- Es mi padre- exclamó una vez hubo colgado el móvil.- ha desaparecido y nadie sabe donde se encuentra. Su última localización fue en Zaragoza porque iba a visitar a un amigo pero no ha vuelto a Egipto y están todos muy preocupados.
- Seguro que no pasa nada. Se habrá liado con alguna cosa y se le ha olvidado llamaros.
- Mi padre no se olvidaría de una cosa así, Carlos, esto es grave. Tengo que marcharme, ya me dejarás el coche en otro momento.
- Pero Celia no puedes irte así- dijo suplicante
- ¿Cómo que no puedo irme así? ¿ Has escuchado lo que te he dicho?
Celia se levantó y dejó al chico plantado.
Todo el restaurante miró la escena incrédulos y como el chico pagaba a cuenta y se marchaba intentando perseguir a Celia.
- Menuda escena- dijo Mark
- La chica estaba muy exaltada, espero que se encuentre bien.
- Yo también.
La cena no tardó en llegar y no hubo más incidentes que interrumpieran su conversación.

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